Hace algunos meses, la única
persona que conozco en Chile en cuya tarjeta reza el cargo de
Gerente de Gestión del Conocimiento, me llamó
para hacerme el siguiente planteamiento: "Tenemos un grupo
de 18 expertos, perfectamente identificados, en un ámbito
que es el core de nuestro negocio. De alguna manera son el oráculo
que va a marcar la estrategia a futuro de nuestra corporación.
Sin embargo, necesitamos anticipar la enorme amenaza que se
nos cierne: Perderlos. Varios de ellos están en una edad
cercana a la jubilación y el resto van a ser objeto de
jugosas ofertas por parte de otros competidores. El problema
añadido es que no hay sustitutos para ellos en el mercado
y por si fuera poco, para llegar a convertirse en experto no
hay otro camino que dedicar toda una vida de trabajo, experiencia
y aprendizaje". Para su desgracia, la clonación
-que sería la mejor herramienta de gestión del
conocimiento- todavía no es posible y vaciar los cerebros
de estos expertos en un recipiente es una solución que
no aporta gran valor.
Algo está cambiando drásticamente: El Conocimiento
ha remplazado al Capital como recurso crítico y dicho
cambio coloca a las organizaciones en una situación
de riesgo que nunca hasta ahora había padecido: Por
primera vez, no son dueños del activo más importante
para su propia supervivencia, El Conocimiento. Aun cuando
se habla y se escribe constantemente sobre el Capital Intelectual
de las empresas, sobre el valor de sus Intangibles, la realidad
es que nada de ello figura en sus libros contables por una
razón muy simple: no le pertenecen. Los profesionales
deciden donde quieren "invertir" su conocimiento
y lo alquilan a las empresas durante un periodo determinado
y en unas condiciones concretas. Finalizado ese acuerdo, lo
que le queda a la compañía es muy poco si lo
comparamos con lo que se lleva la persona que se marcha que
no es simplemente conocimiento sino la inteligencia para crear
nuevo conocimiento, es decir, para innovar. Hoy, el conocimiento
se vende al mejor postor: murió la lealtad a la empresa.
En columnas_anteriores
comentaba que si hiciésemos el ejercicio de intercambiar
a los empleados de IBM por los de General Motors, ambas compañías
tardarían pocos minutos en colapsar aunque el resto
de variables (productos, clientes, marca, infraestructura,
etc.) permaneciesen intactas. Si bien en ambos casos se trata
de personas inteligentes, lo que realmente es único
e insustituible es el conocimiento que tienen esas personas
para hacer lo que tienen que hacer. El conocimiento no es
algo que tienes, es algo que haces. El conocimiento no se
puede despegar del conocedor (ni este de su contexto cultural)
y por ahora, las empresas no son dueñas de las personas.
En la sociedad del conocimiento, la información empieza
a perder valor por que es gratuita, es accesible a todo el
mundo (google, wikipedia) y su crecimiento exponencial desborda
nuestra capacidad de asimilarlo. Han sido dos Peter (Drucker
y Senge) los que con más énfasis han abordado
lo relacionado con los Trabajadores del Conocimiento y las
Organizaciones que Aprenden. Sin embargo, existe una enorme
confusión entre los ejecutivos cuando tratan de "gestionar"
el conocimiento, ese activo que, a la hora de la verdad, resulta
volátil, se escurre entre sus dedos como si fuese agua.
Por si fuese poco, Gestión y Conocimiento son términos
casi contradictorios ya que el conocimiento no se puede gestionar
por 2 motivos básicos:
- Al igual que pasa con el amor, no se trata de una mercancía
ni un objeto cuantificable sino que es inconsciente, intangible
e invisible (está en las cabezas de las personas
y en su corazón). Sabemos más que lo somos
capaces de contar y contamos más que lo que somos
capaces de escribir. El conocimiento es como la felicidad,
se puede tener e incluso, se puede explicar a otros pero
es muy difícil de explicitar y menos aun de transferir
si no se transfiere el modelo mental que lo creó
en primer lugar. Despilfarramos conocimiento en esta época
en que estamos tan preocupados de ahorrar energía.
- Aunque por arte de magia el conocimiento fuese "transferible",
las organizaciones no están preparadas para gestionarlo.
Tú organización, tal y como la conoces, tal
y como está diseñada, no sirve. Para las organizaciones
del conocimiento, se requiere otro tipo de estructura, otro
tipo de relaciones, otro tipo de contrato, otro tipo de
incentivos, otro tipo de evaluación, otro tipo de
liderazgo. La empresa, que se creó para sostener
2 conceptos como propiedad (dueños) y poder (jefes),
no tiene mas remedio que adaptarse e ir dando paso a organizaciones
más democráticas.
A lo más a lo que se puede aspirar es a promover
las condiciones y las interacciones que favorezcan, o al
menos no entorpezcan, la creación y gestión
del conocimiento.
Muchas otras cosas están cambiando. En un pasado cercano,
los egresados de una carrera como Ingeniería, tenían
bastante claro el futuro que querían para si mismos:
Acceder a un trabajo fijo en las grandes empresas industriales
(eléctricas, mineras, automotrices, sanitarias, etc.)
o en el caso del sector público, en el Ministerio de
Obras Públicas. Su objetivo era desarrollar toda su
carrera al interior de estas instituciones culminando con
el premio simbólico del reloj por los 30 años
de servicio y fidelidad a toda prueba.
Hoy, mi generación considera que un ciclo de 5 años
en un mismo lugar es síntoma inequívoco de agotamiento
y señal de que ha llegado la hora de tomar decisiones
y pensar en nuevos rumbos y desafíos. Hay estadísticas
que indican que a lo largo de nuestra vida nos desempeñaremos
en unos 12 trabajos diferentes, lo que significa que estamos
condenados a reinventarnos varias veces.
La Colaboración se ha convertido en una competencia
esencial: Nuevas formas de trabajar, equipos que se organizan
por proyectos y por procesos, más virtualidad, (Internet
ha traído más relaciones, que hay que saber
gestionar, y el problema no es estar conectado sino NO estar
conectado), se requiere más capacidad de decisión
autónoma y más formación en el puesto
de trabajo. Los clientes se sorprenden cuando les digo que
el conocimiento lo tienen al interior de sus organizaciones.
¿Quién sabe más que ellos sobre cómo
gestionar un banco, vender soluciones de telefonía
móvil u operar un avión en condiciones climatológicas
adversas?. Todos los miembros de una empresa tienen mucho
que aportar aunque nadie sabe más que todo el mundo.
El desafío radica en ayudar a los que tienen el conocimiento,
que no saben lo que saben ni saben cómo transferirlo
a los que lo necesitan, pero primero hay que responderse esta
pregunta: ¿Por qué van a querer compartir su
conocimiento?
Nuestra sociedad es eminentemente individualista. Cuando
estudias, las notas que obtienes son individuales, cuando
te contratan lo que examinan son tus logros personales al
igual que cuando evalúan tu desempeño y al momento
de pagarte el sueldo. ¿Cómo explicar esta situación
cuando existe amplio consenso acerca del trabajo en equipo
como habilidad fundamental? Es como si jugases al fútbol
pero siempre entrenases solo. Hoy en el mundo se trabaja en
red y el networking (a quién conoces) es básico.
El futuro para las organizaciones pasa por sacar partido de
la inteligencia colectiva y por ende, del trabajo colaborativo.
La semana pasada, un miembro de una Comunidad Virtual de Práctica
en la que participo comentaba, alucinado, que lanzó
un mensaje de petición de ayuda acerca de experiencias
de Gestión del Conocimiento en el sector de la Construcción
en Escocia y en 10 minutos había recibido ya 7 respuestas
a su solicitud.
Antiguamente, el contrato que firmaba un trabajador con su
empleador era un compromiso de por vida que otorgaba a la
empresa un poder casi absoluto y exigía una dedicación
incondicional. Cómo no recordar aquellas películas,
como La Ley del Silencio de Marlon Brando, donde multitud
de hombres se amontonaban ante las puertas de las fábricas
implorando que les contratasen aunque fuese para un solo día.
Las organizaciones han tratado al "Recurso Humano"
del que no son dueños, de la misma forma que al resto
de los recursos de los que si lo son. En la esfera de la vida
personal, el matrimonio también era un contrato de
por vida -hasta que la muerte nos separe- y significaba, muchas
veces, que la esposa pasaba a ser considerada propiedad de
su marido -la maté porque era mía-. Por suerte,
las cosas siguen cambiando vertiginosamente. Al ser las personas
las propietarias de ese tesoro llamado conocimiento, pueden
jugar un rol distinto en la negociación, pueden elegir,
pueden poner condiciones, están equilibrando la balanza.
Ahora es la empresa la que trata de seducirles y hace esfuerzos
inéditos para convencerles de que se trata de un lugar
agradable para trabajar (Best Place to Work). No es casualidad
que la Gestión del Talento se haya puesto de moda en
un momento en que existen problemas demográficos (la
fuerza de trabajo va envejeciendo y los gobiernos deben ofrecer
incentivos económicos para fomentar la natalidad),
se ha ido incorporando al mercado laboral una generación
de jóvenes educados en un "mundo digital"
(ya son 90 millones en USA que no van a aceptar las reglas
del mundo "analógico") y según indican
todos los informes, existe una preocupante escasez de talento.
El criterio para evaluar a los directivos va a contemplar
su capacidad de atraer y retener talento.
La empresa busca competir (para que uno gane, otro deber
perder) y en general juega a la defensiva. El éxito
de la empresa radicaba en que otorga una poderosa sensación
de control a los directivos, donde el miedo ha funcionado
durante muchos años como una eficaz herramienta de
gestión. Henry Ford afirmaba: "Cada vez que pido
un par de brazos, me vienen con cerebro". La persona
se consideraba un apéndice de la máquina y cuanto
más máquina era, mejor.
Lo que anhelan las personas en realidad es muy simple: que
las quieran, sentirse valorados, que el trabajo resulte entretenido,
desarrollarse y aprender. Los directivos esperan que su gente
ponga entusiasmo, pasión, energía, motivación
en todo lo que hace. ¿Y eso cómo se logra? ¿Cómo
se involucra, cómo se enamora a los miembros de una
organización en torno a una visión? ¿Cómo
hacer de cada trabajador un emprendedor? Los seres humanos
se involucran, se apropian de algo cuando colaboran y comparten.
Puedes diseñar tantas estrategias como quieras pero
si no hay entusiasmo y buen juicio, es una completa perdida
de tiempo. El momento de la verdad se juega en esa interacción
entre clientes y empleados y para que todo resulte, es imprescindible
el compromiso, la ilusión.
Si el gran objetivo es lograr que a los integrantes de una
organización les importe, que sientan que son parte
de algo importante, entonces el rol de líder lo ejerce
el más capaz de entusiasmar. Si quieres que den lo
mejor de si mismos, el espíritu de palo y zanahoria
no funciona. "Cuida de las personas que trabajan contigo
y ellos cuidarán de la empresa". Mientras antes
la tarea venia impuesta, ahora es el trabajador el que decide
la tarea ya que sabe más que nadie (cuanto más
cerca del cliente, más conocimiento). Somos creativos
por naturaleza aunque la educación que recibimos trata
inculcarnos lo contrario. La persona tiene cada vez mas poder,
no solo consume sino que influye en lo que se produce o lo
produce él.
La empresa actual, al igual que la educación, nació
para entornos estables y protegidos y no para entornos cambiantes.
El sistema educativo quedó devaluado porque responde
a un mundo predecible que dejo de existir hace ya mucho tiempo
cuando hoy necesitamos educar para convivir con la incertidumbre.
El mundo actual responde a la visión de nuestros padres
pero no a la nuestra y ocurre que, al contrario de lo que
se piensa, el futuro somos nosotros y no nuestros niños.
Si no cambiamos la educación y en concreto los curriculums,
vamos a perder a la próxima generación (mi esperanza
es que al final, ellos la cambiaran). Las organizaciones actuales
fueron diseñadas para un mundo autoritario que no responde
al futuro que amenaza con atropellarnos. Queremos que las
personas sean emprendedoras para que luego trabajen en organizaciones
jerárquicas donde no pueden emprender.
¿Están las organizaciones dispuestas a adaptarse
al modelo que les exige el conocimiento, el aprendizaje y
la innovación? Necesitamos otro tipo de organizaciones
y otro tipo de personas que se hagan preguntas y sin miedo
a fracasar. El principal recurso ya es el Conocimiento. El
principal proceso de desarrollo económico es el Aprendizaje,
por eso las personas están interesadas en invertir
en si mismas y aprender mejor y más rápido de
que el resto se convierte en una ventaja competitiva clave.
La principal tecnología seguirá siendo el Cerebro
humano.
No soy experto en Management pero algo está cambiando
drásticamente. Las personas ya no quieren ir en autobús
(donde manda el conductor que decide por donde se va y cómo)
sino que quieren ir en bicicleta para poder elegir, poder
decidir. En tiempos de cambio, el conocimiento es la moneda
más valiosa. Los pobres ya no son simplemente los que
no tienen dinero. Lo que resulta una obviedad es que el precio
del alquiler de conocimiento no va a parar de subir.
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A funny thing happened on my way to Carnegie Mellon West.
Carnegie Mellon University (CMU) asked me to oversee the educational
mission of their new campus in California. I designed something
called the Story-Centered Curriculum, which is a way of implementing
learning by doing, eliminating lectures, classes, and tests.
Students do projects sequentially, each project leading to
the next, so at the end the student has experienced a year
in a simulated world that was designed to closely resemble
the world that he or she is preparing to enter after school.
In September two master's degree programs - each designed
as a Story-Centered Curriculum - will open their doors to
students at CMU West, one in Software Engineering and one
in E-commerce.
As it happened, I had been talking to a K-12 school in Florida
(called Grandview Prep) for some time about adding new technology-based
projects to their curriculum. I realized that we could redesign
the CMU master's degree in E-commerce and make it into a full-time
senior year in computer science for high school students.
They liked the idea at Grandview and said they would send
all their seniors to this program. Much as that appealed to
me, I thought that not all students would want to do computer
science (although there is heavy business component to the
curriculum as well, still it's not right for every kid.) So
I contacted the University of Chicago, and they said they
would love to design a senior year in writing. We began to
design both for delivery in September.
This is when the funny thing happened. Grandview asked me
to be academic dean of their school. They have bought into
my ideas about education and want to do more. I suggested
we immediately prepare curricula for eighth and fifth grades
for September and then proceed on to do more. So, that is
what we are doing.
These curricula ignore what was there before. They make no
attempt to cover the material normally covered in those grades
(although material that is critical will still be utilized
in the normal course of the scenario). We are trying to change
things, not modify them. The new curricula are all built in
the form of story centered curricula which are elaborate goal-based
scenarios (GBS's), grand scenarios in which students play
active roles that emulate some aspect of the real world and
learn by doing. These GBS's are built on the web so they can
be exported to other schools. The teaching is done in the
form of mentoring by experts who may or may not be teachers
at the school. The idea is to have students live in a story
for a while, helped through that story by materials we have
prepared or can point to and by mentors who can advise and
suggest strategies as well as review work and suggest improvements.
For the eighth grade, we are adapting the writing and computer
science curricula from the twelfth grade. They will be combined
into one story-centered curriculum appropriate for eighth
graders.
For fifth grade, we are asking professors around the country
who have designed various curricula using technology to let
us use them in the first semester. We will attempt to meld
them into a coherent whole. For the second half of fifth grade,
we will design a brand new story-centered curriculum that
encompasses law, science, medicine and ethics, and aspects
of business.
We have our work cut out for us, but we are excited by the
enterprise. We need help, money to hire people to build these
curricula or people who want to volunteer their time. We have
set up a not-for-profit corporation called Engines for Education,
to handle this enterprise.
We will, in time, produce an entirely new K-12 curriculum
and undo the damage done by the Committee of Ten who set out
what is still today's curriculum in 1892. It is all well and
good to prepare students for Harvard in 1892, but that is
best done in 1892 not 2002. The time has come for society
to recognize that current school curricula are readying our
children for a world they will never live in. It is time to
think about what today's children need.
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