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Ponemos la metodología, experiencia
y planteamientos de clase mundial
del Dr. Roger Schank, fundador de Socratic Arts, a disposición
de las
organizaciones latinoamericanas. |
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¿QUIÉN QUIERE SER PROFESOR?
Javier Martínez Aldanondo,
Gerente de Gestión del Conocimiento de Catenaria
jmartinez@catenaria.cl
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La última semana de septiembre tuve la suerte de asistir
a la magnífica conferencia "El
lenguaje de la Innovación" impartida
por José Luís Larrea, Presidente de Ibermática,
una de las principales empresas españolas de Tecnología
y Conocimiento, como le gusta denominarse. Que el principal
ejecutivo de una empresa de TICs (que años atrás
fue Consejero de Economía y Hacienda del Gobierno Vasco),
hable apasionadamente durante 1:30 horas de Innovación
y de Conocimiento sin dedicar un solo minuto a la tecnología,
el mercado o los beneficios, demuestra que todavía
hay esperanza y no todo está perdido. Hay 3 cosas que
señaló José Luís muy apropiadas
para esta columna:
La primera es que para innovar, hay que ver la vida "con
los ojos de un niño".
La segunda es que uno de sus objetivos es que todos los gerentes
de su empresa hagan clase en la universidad ya que la mejor
manera de aprender es cuando tienes que enseñar a otros.
La tercera es que el juego es una magnífica forma de
aprender porque en un corto espacio de tiempo permite condensar
muchas de las experiencias (muchas de ellas irracionales)
que ocurren en la dinámica habitual de una empresa
y extraer valiosísimas conclusiones. De hecho narró
con entusiasmo la gran cantidad de enseñanzas que se
pueden extraer observando a un equipo de baloncesto. Precisamente,
durante muchos años, yo jugué a baloncesto de
forma más o menos seria y siempre he reconocido todas
las competencias que aprendí sobre la cancha que ni
el colegio ni la universidad fueron capaces de enseñarme:
Trabajo en equipo, liderazgo (sobre todo si eres entrenador),
comunicación, resolución de problemas y conflictos,
toma de decisiones, estrategia, perseverancia, motivación,
compromiso, manejo de la frustración
¿Cómo
aborda el colegio o la universidad estas competencias? ¿Podría
un profesor enseñármelas?
Todo esto me lleva a reflexionar sobre qué ocurre para
que los adultos deseen volver a mirar la vida como los niños
o para que quieran jugar en lugar de tomarse la vida tan en
serio. ¿Qué pasa con la Educación? ¿Qué
podemos aprender de los niños? ¿Qué sucede
en el colegio para que el niño pierda cosas tan valiosas?
Y en concreto ¿Qué influencia tienen los profesores
en este proceso? La vida no es sueño, como decía
Calderón de la Barca, la vida es juego. Desde que nacemos
hasta que entramos al colegio, el juego se convierte en nuestra
principal y casi única estrategia de aprendizaje, en
la manera a través de la que vamos aprendiendo habilidades
y competencias de alta complejidad como andar, hablar o leer.
Sin embargo llega el colegio, el mundo cambia, el juego solo
aparece fugazmente durante los recreos y los niños
miran el reloj impacientes, sin poder aguantar las ganas de
que termine la clase para salir a jugar con sus amigos. Y
ya como adultos, el juego sigue formando parte importantísima
de muchas de las cosas que nos apasionan, entre ellas el deporte.
Esta misma semana, un par de anécdotas me llamaron
mucho la atención.
- Una compañera de trabajo me confesaba esta
frase que su hijo, matriculado en un prestigioso colegio
privado, le espetó días atrás: "No
quiero ir al colegio, no aprendo nada, aprendo más
viendo en la televisión el Discovery Channel".
Excepto en el colegio, ya no existe ningún ámbito
donde los clientes vayan obligados a recibir un servicio
que no han solicitado, no quieren y sobre el que apenas
pueden opinar
- Charlando sobre qué aprendimos en el colegio,
un alto directivo me comentaba que durante su etapa escolar,
debió cambiar de colegio 5 veces y lo más
valioso que rescata de esa época fue que tuvo que
aprender constantemente a adaptarse a nuevos entornos, hacer
relaciones, socializar y salir adelante cada 2 años.
En este número del newsletter, y en el siguiente,
mi intención es hacer un breve análisis sobre
cómo ha ido evolucionando la percepción del
rol de los profesores por parte de la sociedad, desde el Pasado,
la situación del Presente y lo que nos espera en el
Futuro.
La mayoría de las personas que conozco que estudiaron
para ser profesor, se dedican actualmente a actividades que
no tienen nada que ver con hacer clase frente a un grupo de
niños. Las razones son múltiples: La vocación
de enseñar se va frustrando al enfrentar cada año
los mismos rituales: niños desmotivados, asignaturas
monótonas y desactualizadas, padres poco comprometidos,
administración hostil, escaso reconocimiento social
Por si fuera poco, el sueldo de un profesor roza en
muchas ocasiones lo miserable y ya sabemos que no sólo
de pan vive el hombre.
He conversado con algunos profesores para conocer de primera
fuente cómo ven ellos mismos su profesión, si
se sienten valorados y disfrutan haciendo su trabajo. He preguntado
a algunos jóvenes cuál es la profesión
que pretenden ejercer en el futuro y los resultados son lapidarios;
ninguno manifiesta el más mínimo interés
por ser profesor.
El Pasado
Tiempo atrás, era común escuchar que las personas
más importantes de un pueblo eran: El Alcalde (poder
político), el Cura (poder divino), el Policía
(poder militar), el Médico (poder del conocimiento
"mágico") y el Profesor (poder del conocimiento
intelectual). El profesor era una figura respetada ya que
poseía algo que casi nadie tenía al acumular
un saber enciclopédico: conocimiento. Un profesor era
una persona de prestigio y evidentemente, dentro del aula
decidía sobre el destino de los alumnos lo que le otorgaba
un poder absoluto.
Nadie discutía que existía un cuerpo de conocimientos
(currículum) que había que aprender, la función
del profesor era enseñarlos y la del alumno era estudiarlos
y la forma de verificar si eso estaba ocurriendo eran los
exámenes. Todos los niños estudiaban exactamente
las mismas asignaturas, al mismo ritmo y la escuela tenía
sospechosas similitudes con una fábrica (en este caso
de producción de seres humanos, todos iguales). La
autoridad era posiblemente la principal característica
de esa época. Si en una fábrica, los jefes pensaban
y ordenaban qué hacer y los obreros ejecutaban el trabajo,
el aula reproducía esa realidad a su imagen y semejanza
con el profesor mandando y los alumnos obedeciendo.
Existía un círculo vicioso formado por clases
con un mínimo de 30 alumnos que giraban alrededor de
un profesor que impartía "clases magistrales"
que no eran otra cosa que monólogos donde los niños
sólo hablaban cuando se les preguntaba (y trataban
de usted al profesor). La educación era una competición
donde unos ganaban y otros perdían lo que es un veneno
mortal porque obliga a que todo se organice alrededor de las
notas. Desde luego, no se premiaba el pensamiento original,
la innovación ni se motivaba a conocer más y
menos aún a aprender de si mismo.
Que la educación tenía graves problemas fue
algo denunciado con vehemencia por personajes poco sospechosos
de hablar a la ligera como Platón, Kant, Montaigne,
Locke, Dewey, Descartes o Einstein pero quizás esta
sea la frase más contundente "Estoy
seguro que la razón por la que surgen tantos idiotas
de nuestras escuelas es porque no tienen ningún tipo
de contacto con nada útil para la vida diaria"
atribuida a Petronio en el año
. ¡¡
66 antes de Cristo !!.
Para ejemplificar esta realidad, les regalo una exquisita
historia medieval que mi compañero de newsletter y
maestro Roger Schank escribió hace algunos años
Érase una vez un reino
invadido por dragones: Sus habitantes estaban aterrorizados
y para poner remedio a esta desesperante situación,
decidieron diseñar un nuevo curriculum académico
y preparar a sus mejores jóvenes para combatirlos.
La mejor Universidad del país fue la encargada de
entrenar a los jóvenes guerreros en el arte de matar
dragones. La Universidad seleccionada contaba con un claustro
de profesores con amplios conocimientos sobre multitud de
aspectos que serían muy útiles para los futuros
cazadores de dragones. Así que el claustro se reunió
y formó un comité responsable del diseño
del curriculum de un Master en Caza de Dragones(MCD).
Este comité estaba compuesto por los profesores mas
sabios de la Universidad y por tanto incluía profesores
del área de Ciencias y del área de Letras.
Había también representación del mundo
de las Leyes y el Derecho, de Economía y Administración
de Empresas y de Medicina. Por supuesto, no podía
faltar la facultad de Ingeniería y la de Humanidades.
De un grupo tan erudito, formado por los mejores y mas brillantes,
solo podía esperarse lo mejor a la hora de instruir
a aquellos que quisieran aprender a matar dragones.
En la reunión de planificación del currículum,
todos estuvieron de acuerdo en que cada una de las facultades
y cada profesor tenía algo importante que aportar.
Los profesores de la facultad de Economía y Administración
de Empresas manifestaron su preocupación respecto
de la necesidad que futuros cazadores de dragones comprendieran
como financiar una expedición de caza de dragones,
además supiesen lo importante de escribir un buen
plan de negocios para comercializar a posteriori la historia
y lecciones derivadas de tan exitosa misión. Incluso
se planteó el porcentaje que le debiera corresponder
a la Universidad de los derechos exclusivos para llevar
las experiencias adquiridas a un libro y al cine. La Facultad
de Ingeniería quería estar segura que los
estudiantes-guerreros supieran: interpretar mapas, construir
puentes (cuando fuera necesario) y disparar proyectiles.
La Facultad de Humanidades, por su parte, era consciente
de que resulta viable razonar con los dragones, y propuso
un curso para aprender a hablar Dragonés y Cómo
Negociar con Dragones. La Facultad de Derecho se ocupaba
de todo lo relacionado con los derechos de los dragones
y las potenciales demandas y querellas, por lo que sugirió
un curso de Introducción al Derecho para lo nóveles
guerreros. La Facultad de Artes quería asegurarse
que el gran público fuese capaz de conocer cómo
eran los dragones en realidad, por lo que propuso sendos
cursos de fotografía y dibujo. La Facultad de Ciencias
deseaba aprender sobre los hábitos y la historia
evolutiva de los dragones, por lo que propuso un curso básico
de biología y evolución para los estudiantes
del Master. La Facultad de Medicina estaba preocupada por
que los estudiantes no supieran, llegado el momento decisivo,
cómo matar un dragón, lo que era perfectamente
posible si no eran capaces de entender la constitución
física de los dragones, por lo que un curso de anatomía
era imprescindible.
Como ya hemos mencionado, esta Universidad era la más
prestigiosa en la Tierra. Consecuentemente, sus académicos
estaban muy ocupados trabajando en Proyectos de Investigación
financiados con fondos públicos y gubernamentales
y además viajando por el mundo dictando conferencias
o trabajando como consultores y asesores de empresas y ONGs.
En realidad, enseñar no era una tarea que les gustase
demasiado y odiaban tener que desarrollar nuevos cursos
ya que significaba mucho tiempo y esfuerzo. Estaban dispuestos
a crear algunos cursos nuevos, pero la verdad, los cursos
de postgrado para Master nunca fueron una prioridad. Por
tanto, decidieron escoger cursos del currículum existente
que pudieran ser útiles para los futuros cazadores
de dragones. De ésta forma los estudiantes obtendrían
una educación general amplia y global que les sirviese
adecuadamente. Cuando terminaron, este fue el Currículum
que diseñaron:
Primer Semestre:
- Introducción al Dragonés
- Conceptos Legales Básicos
- Introducción a la Fotografía
- Introducción a la Anatomía
- Fuerza y Materiales
Segundo Semestre:
- Introducción al Dragonés
II
- Libertades Civiles y Derechos
Animales
- Introducción al Dibujo
- Anatomía de los Dragones
- Física de los proyectiles
Todos estuvieron de acuerdo que
sin duda habían creado un magnífico currículum,
pero resultaba difícil cubrir todo lo necesario en
un Master de un año, por lo que decidieron ampliar
el Master en Caza de Dragones a un programa de dos años.
Este fue el currículum que acordaron para el segundo
año:
Tercer Semestre:
- Negociación Básica
- Historia Militar
- Introducción a la Ética
- Biología Evolutiva
- Introducción a la Cartografía
Cuarto Semestre:
- Introducción a la Ciencia
Política
- Marketing Básico
- Finanzas Básicas
- Introducción a la Informática
- Logística
Todo el claustro de profesores,
los académicos miembros del comité y los asesores
consultados acordaron que el MCD contaba con un excelente
currículo, completo y bien equilibrado y cubría
todo lo que un estudiante necesitaría saber. Se reclutó
un grupo de veinte estudiantes para el MCD quienes se graduaron
al cabo de dos años, la mayor parte de ellos con
muy buenas calificaciones. Los jóvenes entusiastas,
al día siguiente de la ceremonia de graduación
se lanzaron a la aventura de combatir a los dragones.
Tres de ellos fueron incapaces de recaudar fondos para financiar
su expedición y tuvieron que dedicarse a otras actividades.
Otros cinco de los restantes formaron un equipo de cazadores
de dragones, pero tuvieron muchos problemas de convivencia
y les resultó muy difícil trabajar juntos.
Uno de los integrantes del equipo mató a un compañero
y los tres restantes le mataron a él. Luego, huyeron
y nunca mas volvió a saberse de ellos (hoy se encuentran
prófugos y buscados por la INTERPOL.)
Los restantes doce fueron más exitosos. Formaron
tres equipos de cuatro, bien financiados y donde las relaciones
eran buenas y reinaba el espíritu de trabajo en equipo.
Desafortunadamente, el primero de estos equipos nunca pudo
encontrar un dragón al que matar, pese a que dedicaron
mucho tiempo a su búsqueda. Finalmente, crearon una
compañía que se dedica a entrenar y formar
cazadores de Dragones.
El segundo equipo efectivamente encontró un dragón.
Desgraciadamente, eso ocurrió por que el Dragón
les encontró a ellos primero. Trataron de razonar
con la bestia, pero sólo uno de ellos pudo recordar
suficiente Dragonés como para hacerse a entender
(ya que había pasado más de un año
desde el curso de Introducción al Dragonés).
Sin embargo, el graduado que hablaba Dragonés fluido,
era el único que no superó el curso de Negociación.
Logró enojar enormemente al Dragón al exigirle
insistentemente y de malas maneras que no echase fuego mientras
negociaban. El Dragón se comió a los cuatro
miembros del equipo.
El tercer equipo también encontró al Dragón
y lo combatió. Desgraciadamente, nunca antes habían
tratado de luchar con un Dragón y la bestia resultó
ser mucho más rápida y con una llama mucho
más caliente de lo ninguno de ellos hubiese imaginado.
El Dragón persiguió a uno de los miembros
del equipo, lo capturó y lo lanzó por un precipicio,
luego procedió a fundir primero las armas y luego
el cuerpo del segundo miembro del equipo. Los otros integrantes
no tenían idea de cómo entablar un combate
siendo sólo dos (sus tácticas siempre consideraban
un equipo de cuatro), por lo que negociaron su rendición:
Actualmente manejan las relaciones públicas del Dragón.
Esta fábula ofrece muchas conclusiones, mis 2 favoritas
son:
- Para enseñar a otros a cazar dragones, primero
tienes que saber cazarlos tú. Ningún miembro
del claustro de profesores cumplía con este "simple"
requerimiento.
- ¿Dónde estaba el Dragón durante
el Master? Los alumnos nunca tuvieron ocasión de
enfrentar a un dragón real a lo largo de los 2 años.
Curioso, ¿no es cierto?
Me tomé la molestia de analizar el currículum
del año 2007 de la carrera de Derecho de la misma
universidad en que yo estudié y al igual que ocurrió
hace casi 20 años, no encontré rastro de dragones
por ninguna parte. No debiésemos olvidar el proverbio
Zen que dice "El propósito de aprender es poner
en práctica lo aprendido"
Imaginad que por un momento nos transportásemos en
un viaje hacia el pasado y aterrizásemos en la Edad
Media. ¿En qué podríamos trabajar? ¿De
qué nos servirían los múltiples conocimientos
que tenemos hoy? ¿Y si una persona de le Edad Media
llegase a nuestro mundo del 2007, qué podría
hacer? Para hacer cualquier cosa, necesitamos saber y para
saber hay que aprender pero sobre todo, cosas útiles.
Un periódico de negocios publicaba una estadística
que indicaba que un Directivo que se cambia de empresa tarda
alrededor de 1 año en aportar valor a su nueva empresa.
Los que contratamos jóvenes recién salidos de
la universidad, sabemos que tendremos que esperar unos 2 años
hasta que empiezan a ser productivos ya que desconocen las
tareas más elementales del mundo laboral: apenas saben
gestionar a un cliente, preparar propuestas comerciales, innovar
la oferta de servicios o productos de su empresa, negociar
con un proveedor, gestionar un proyecto, liderar un equipo
de trabajo, dirigir una reunión, etc. Sabiendo que
lo que les espera al terminar la dilatada vida estudiantil
es simbólicamente "jugar al fútbol",
cuando llegan el primer día a trabajar confiesan que
nunca antes habían visto ni jugado con una pelota.
La culpa no es suya, el problema es que sus profesores solo
les puede enseñar a ser
profesores pero difícilmente
a adquirir las habilidades que requieren las empresas por
3 razones:
- El currículum no contempla aprender este tipo de
"competencias"
- Aunque el currículum las incluyese, la mayoría
de profesores no las dominan
- Aquellos pocos que las dominan, no saben cómo enseñar
a otros para que las aprendan
Parece mentira que nadie asuma la responsabilidad de modificar
drásticamente el currículum escolar y universitario
que representa un mundo que ya dejó de existir. Nadie
se atreve a denunciar que el 90% de las Matemáticas
o la Historia que se enseña no sirven de nada al 90%
de las personas (que además hoy no las pueden recordar)
mientras que nadie puede prosperar en la vida sin saber cómo
Colaborar y Trabajar con otros o sin saber Vender.
Hoy, entrar en un aula no significa dar un paso hacia el futuro
más bien hacia el pasado. Mientras un profesor decida
tu futuro, no se verá a sí mismo como proveedor
de un servicio. Sin embargo, soy optimista, vienen tiempos
mucho mejores, sobre todo para los profesores y para sus alumnos.
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LA GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO
EN EL SECTOR PÚBLICO
¿PUEDEN LOS GOBIERNOS SER INTELIGENTES?
Marcelo Lasagna, Gerente Sector
Público de Catenaria
mlasagna@catenaria.cl
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Claro que si, y no sólo puede, sino que debe serlo.
Dada las circunstancias actuales, donde la ciudadanía
es más exigente y los problemas son más complejos,
los gobiernos deben ser cada vez más inteligentes.
¿Y qué significa para un gobierno ser inteligente?.
El filósofo español José Antonio Marina
define la inteligencia creadora como "una cualidad inherente
al hombre que surge como resultado de liberarse de muchas
cosas, concretamente de la rutina. Es esforzarse para ir más
allá de lo previsible". En ese mismo sentido,
es la capacidad para encontrar soluciones creativas ante nuevos
problemas. La burocracia pública nació con el
propósito de asegurar el cumplimiento de lo ya previsto,
desde una perspectiva en que se creía que los problemas
podían ser definidos. Sin embargo, esa no es esa la
situación que enfrentan actualmente los gobiernos.
Las necesidades ya no son visibles y la gente discrimina el
voto según los comicios sean locales o nacionales,
es decir, el entorno se ha vuelto mucho más complejo
e imprevisible, tanto en lo que hay que hacer como en lo que
la ciudadanía quiere o espera de sus dirigentes. La
burocracia gubernamental tal como fue pensada originalmente,
con estructuras funcionales, jerárquicas e inflexibles,
resulta anacrónica para cumplir satisfactoriamente
las demandas planteadas por unos ciudadanos exigentes y por
un entorno cada vez más globalizado. Se ha de pensar,
entonces, en un gobierno más estratégico,
más horizontal y más adaptativo,
y muy especialmente que utilice, como la savia de discurre
por sus venas, la información y el conocimiento para
conseguir sus objetivos públicos.
El gobierno es una trama de organizaciones muy intensiva
en el uso del conocimiento. A veces, cuando se escucha a algunos
funcionarios, parece que olvidasen esta realidad tan obvia.
Las organizaciones públicas son grandes productores
y consumidores de conocimiento. Su utilización inteligente
es la que permite generar valor público en sus actuaciones.
El valor público se refiere al valor creado por el
Estado a través de sus servicios, regulaciones y otras
acciones. El valor público supone tanto que el gobierno
actúe con eficiencia y eficacia, como con legitimidad.
Es decir que produzca buenos servicios y resultados y, por
sobre todo, que lo haga generando confianza. Esto es
lo que diferencia a un gobierno de una empresa.
En los últimos años, los gobiernos han empezado
a introducir en sus actividades la tecnología de la
información y las comunicaciones. Sus aplicaciones
se han destinado mayoritariamente a aumentar la eficiencia
y la efectividad de la administracio´n interna; agilizar
el proceso de prestar servicios públicos a los consumidores
de esos servicios; y, específicamente, prestar apoyo
de la administración pública a la actividad
empresarial. Aunque estas novedades sean positivas por su
intención y sus efectos iniciales, no tienen mucho
que ver con una percepción de los gobiernos de sí
mismos como "organizaciones de conocimiento" reales
o potenciales que se preocupan de recoger, crear y utilizar
conocimientos para que se vea favorecido el desempeño
de sus funciones. Pese a las diferencias que existen entre
el gobierno y la actividad empresarial por lo que respecta
a sus objetivos, las administraciones públicas de todos
los niveles, de modo semejante a las organizaciones empresariales,
deberían sentir la necesidad de modernizar sus estructuras
internas y acceder a las fuentes de conocimientos tácitos
o explícitos que residen dentro y fuera de esas administraciones.
Todavía no está del todo perfeccionado un tipo
de gobierno que canalice conocimientos hacia sus actividades,
incluidas la adopción de decisiones, la formulación
y aplicación de políticas y la prestación
de servicios de forma más eficaz e interdisciplinaria,
pero los desafíos y las oportunidades, así como
los principios subyacentes y las directrices básicas
de esta evolución ya pueden entreverse hoy. Algunos
gobiernos de los países desarrollados, cosa que debería
comenzar a clarificarse en nuestro país, ya han empezado
a prestar mayor atención al modo en que el conocimiento
difiere, por un lado, de las iniciativas tradicionales de
gobierno electrónico y, por el otro, de la información,
así como al mejor modo de recoger, transmitir y utilizar
conocimientos.
Desde el punto de vista de los gobiernos, los principales
beneficios que pueden derivarse de utilizar los conocimientos
de forma más eficaz e instituir la gestión del
conocimiento en el sector público para obtener mejoras
en memoria organizacional, aprendizaje, transferencia de experiencias,
integración de información del exterior (en
particular, de los ciudadanos), planificación, adopción
de decisiones, servicios públicos, potenciación
de los funcionarios, eficiencia, transparencia, cooperación
horizontal (entre servicios, ministerios y diferentes niveles
del Estado) potenciación del atractivo de las organizaciones
públicas.
Esta cuestión, que lleva de manera obligada a redefinir
la organización gubernamental y los servicios públicos
a partir de un nuevo enfoque basado en el conocimiento; orienta
a las autoridades públicas a poner de relieve la necesidad
de conocer qué activos intelectuales o intangibles
posee el gobierno, buscando mecanismos para medirlos y para
determinar un cierto valor del capital intelectual público,
sobre todo, para conocer cómo y con quién los
mismos se crean y así poder llevar a cabo una gestión
eficaz y eficiente de los conocimientos poseídos por
el conjunto de los organismos públicos.
Las organizaciones públicas de la era del conocimiento
agregan valor a través del aprovechamiento de sus recursos
intangibles -el conocimiento-. Por ello en el futuro cuando
nos refiramos al gobierno inteligente, no debiera ser extraño
escuchar hablar de que para crear valor público, se
aplican en el gobierno estrategias para incrementar la innovación,
la creatividad, el aprendizaje continuo, el trabajo colaborativo
y la productividad. Aunque para algunos gobiernos inteligente
pueda sonar a un oxímoron, ya ni siquiera es una alternativa,
sino, lisa y llanamente, una necesidad.
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I was selected to be "wanded" after going through
the metal detector at the airport the other day. The uniformed
man did the usual "put your arms out" routine and
then noticed a bulge in my pocket. "What's that?"
he said. "A Fig Newton," said I. He made me take
it out and put it on the table. I must say I am very impressed
with security at the airports these days. No one will be hijacking
any planes using a Fig Newton, that's for sure.
"What does this have to do with education?" you
wonder.
Funny you should ask.
Those of you who have read my book Coloring
Outside the Lines: Raising a Smarter Kid by Breaking All the
Rules will recall that I tried to encourage
my children to follow their hearts in deciding how to deal
with their schooling. Since my son was a subway nut I encouraged
him to study transportation, and he did. In that book I had
him working for the New York subway system, but that was a
while back, and now he works for the US Dept of Transportation.
Lately he has been smuggling guns, knives, and bombs through
metal detectors and human wanders, and onto airplanes. He
has been doing this because the Department of Transportation
has some worries about the vulnerability of the system, as
do we all. I am sorry to say that the results of what he has
been doing won't make you worry any less. He has gotten more
stuff through than he cares to say. When I told him about
the Fig Newton he had a pretty good explanation for what was
going on.
He said that the guys who do the wanding never find much
besides keys and spare change, so in a sense, that is what
they look for. They examine what is in your pockets because
it is a kind of success. "Oh boy, I found something."
They feel a kind of superiority when they find some metal
because they feel like have been doing their jobs and you
have been found out. (OK, maybe the Fig Newton didn't give
the guy very much satisfaction, but those nail clippers are
probably pretty exciting.)
What does this have to do with education, you ask?
Everything.
How is it possible to teach somebody to do something if that
something never happens? What might training for baggage screeners
and human wanders look like? If they were taught to look for
stuff that was in unusual places in their training they might
become very proficient at knowing where to look and what to
do. But, and this is the real issue: that training would be
undone by reality. Training continues throughout real life.
It does not occur solely in school. You can teach anyone anything
you like, drum it into their heads by repeated testing, and
it will go right out again if it isn't used. More importantly,
the training will actually be undone, reversed in effect,
by a trainee discovering that what he has learned brings no
rewards and that the real rewards are elsewhere.
This is, of course, exactly what goes on in school all the
time. Train people to do do geometry all you want, and it
really doesn't matter because they will never do it again,
and it will be forgotten. Train them on the subjunctive case
in French all you want, but the reality of speaking in simple
sentences when they get to France will untrain them from proper
grammar into everyday speech.
The same is true with airport security. How then should we
train people when we know that reality will untrain them?
There are two answers to this. The first relates to school:
Stop training people for things they will never do
For example, in real life almost no one does logarithms,
writes essays about their summer vacation, needs to recount
important events in US History, compares the work of Dickens
with the works of Tolstoy, or balances a chemical equation.
These things never come up, so they are forgotten. Moreover,
they should be forgotten, because they don't matter. Excuses
like learning things like this helps you learn to learn, or
learn to reason, or introduces you to things you might want
to do in the future, are simply unproven and most likely untrue.
Our whole school system rests on assumptions like these, and
they are very likely very wrong assumptions. Let's try teaching
what people are going to need when they go out into the real
world. What will they need? Why not look around and see what
people do in the real world? I am not the first to suggest
this. No one paid much attention when Ben Franklin said the
same things in 1754.
Now for the second training-relevant answer. What if what
we train people to do doesn't correspond to what they actually
do are going to do, because we can't really teach them something
that will be undone by the actual practice of what they do
daily?
To answer this one let me tell you a story. I was once asked
by the Dutch government to help them teach teenagers not to
smoke. I suggested that they create a biology curriculum for
high schools that involved having students work in a simulated
lung cancer laboratory for a year dealing with diseased tissues
and real (on video) patients who were dying from lung cancer.
I figure that most lung cancer doctors don't smoke, and that
after a year in this simulated lab neither would the teenagers
(and they might learn a little real biology on the way). This
was too radical for the government, as you might imagine.
Why would this work? Because people are emotional beings
and they remember emotional experiences. School and training
are eminently forgettable because they are usually unemotional
(except of course for the fear of failing.) But seeing sickening
stuff day in and day out for a year can cause a heavy resolve
to be created that enables people to resist the realities
of the outside world (like that all their friends smoke).
In other words, the reward system (peer approval, or finding
a nail clipper) is replaced by a deeper emotional bias that
is not easily undone because it has been placed inside one's
psyche. So, that having been said: how do we train airport
security people? By scaring the hell out of them, that's how.
By having them go onto their wanding act so frightened of
what they might fail to find that they actually look where
their emotions take them not where the reward system takes
them.
Train people for things that they will never encounter
by kindling deep emotional reactions
And how do we do that? That is the subject of another column.
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Catenaria - Gestión del
Conocimiento
Agustinas, 1350 / Teléfono 56 - 2 - 2905404 / Mail: jmartinez@catenaria.cl
/ Santiago, Chile
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