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Ponemos la metodología, experiencia
y planteamientos de clase mundial
del Dr. Roger Schank, fundador de Socratic Arts, a disposición
de las
organizaciones latinoamericanas. |
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Acabo de llegar de vacaciones (en el hemisferio sur estamos
en pleno verano) y reconozco que me ha costado trabajo decidir
cómo enfocar la columna de este mes. Por suerte, un
par de detalles ocurridos durante este breve periodo de esparcimiento
estival me han servido como excusa para reflexionar de nuevo
acerca de los 2 elementos esenciales sobre los que se sostiene
la relación entre Aprendizaje e Innovación.
1. El error
2. Las preguntas
Sin saber cómo, cayó en mis manos La Magia,
una historia sobre el poder de la creatividad y la imaginación,
un libro de management de bolsillo del estilo de Quien
se ha llevado mi queso. No se puede esperar demasiado
de los libros que entregan recetas sobre cómo hay que
actuar en la vida para que supuestamente te vaya bien por
varias razones. Las principales son que soy de los que no
creo que las recetas funcionan (ni siquiera para cocinar son
garantía de éxito) y menos aun que el comportamiento
o las competencias de una persona cambien por el hecho de
leer un libro. No aprendes algo hasta que lo haces (no basta
con saberlo) y sobre todo si lo recuerdas en el futuro y lo
sabes hacer de nuevo (es difícil olvidarse de cómo
nadar o andar en bicicleta aunque pases varios años
sin hacerlo). Para mi desgracia, eso significa también
que nadie aprenderá nada por el hecho de leer esta
columna. Los libros son uno de los mejores inventos sobre
la faz de la tierra, pueden llegar a ser inspiradores pero
no mágicos, es muy difícil que te cambien la
vida. Sin embargo, lo rescatable de este libro es que revela
la manera en que opera el Cirque du Soleil, una de las organizaciones
más innovadoras y dinámicas del mundo, pero
contado por sus propios miembros. A lo largo de sus casi 160
páginas, el protagonista de la historia "aprende"
lo que significa el Cirque desde dentro porque se somete al
proceso de inducción y entrenamiento que todos los
integrantes de la compañía deben realizar cuando
ingresan. Y eso significa que se sube a un trapecio, a la
malla metálica, la rueda alemana, aprende a maquillarse,
es decir, lo hace, no le cuentan como se hace sino
que lo vive en carne propia.
El libro aborda distintos aspectos relacionados con la innovación
(Corriendo riesgos - dando un salto al vacío - reinventándose
a sí mismo - el miedo al éxito, etc.) pero destaco
uno especialmente importante y que presentan con esta glosa:
Queremos que cometas errores. Declaran formalmente
que parte esencial de su espíritu y filosofía
no sólo es equivocarse sino provocar el error, que
ocurra en circunstancias donde se puede controlar y sobre
todo se puede aprender de él. Es decir, no se trata
de reaccionar positivamente cuando aparezca el error (si es
que aparece por suerte o por accidente) sino que el proceso
de aprendizaje está intencionadamente diseñado
alrededor del fracaso. Como se dice en España, los
experimentos es mejor hacerlos con gaseosa. ¿Cuántas
organizaciones conocéis que no sólo no castiguen
el error o no lo escondan sino que lo fomenten? A lo
largo de la mayoría de las columnas y especialmente
de la que escribí hace 1 año titulada Rafael
Nadal y yo queremos aprender http://tokland.com/elearning/?p=21
me he referido abundantemente al error y al fracaso como el
elemento más importante para aprender
y también
para innovar. Para que el error ocurra, para fracasar primero
debes tener expectativas sobre cómo ocurren las cosas
y esas expectativas se deben ver rotas, violentamente incluso.
En el último mundial de fútbol de Alemania,
la mayoría de aficionados esperaba que Brasil fuese
de nuevo el campeón pero sin embargo ese pronóstico
falló estrepitosamente. Una expectativa que no se cumple
dispara un proceso imparable que consiste en tratar de entender
y explicarse qué pasó, por qué no ocurrió
lo que yo esperaba que ocurriese (por qué Brasil perdió
inesperadamente en cuartos de final, por qué mi cliente
prefirió a un competidor, determinada acción
de la bolsa bajó en lugar de subir o mi despertador
no funcionó ayer), cómo saco conclusiones de
esta experiencia que pueda utilizar en el futuro cuando me
vuelva a enfrentar a situaciones similares para que no me
sorprendan de nuevo y por tanto cometa el mismo error.
¿Habrá hecho Brasil ese ejercicio? Ese proceso
imparable se llama APRENDER y no tiene nada que ver con ese
invento artificial que lo simplifica al punto de hacernos
creer que aprender consiste en escuchar a un profesor, estudiar
una asignatura o hacer un examen. Dentro del decálogo
del éxito de una de las empresas más innovadoras
que conozco (con un departamento de Innovación de 250
personas con una edad promedio de 30 años y que no
está ni en Europa, Asia o Norteamérica) y con
quien tenemos la suerte de trabajar, figura el siguiente mandamiento:
Aprende de tus errores...y no te equivoques dos veces.
Como nos gusta decir a nosotros, nos encantan los errores
siempre que sean errores nuevos. La primera vez que ocurre
un error puede ser por muchos motivos y se trata de sacar
conclusiones al respecto. Si el mismo error se repite una
segunda vez, ya no hay muchas excusas, simplemente no fuimos
capaces de aprender de la primera.
La mayoría de las empresas realizan tareas repetitivas
que se ejecutan millones de veces. El beneficio de reducir
los errores y aprender de las mejores prácticas es
extraordinario y sin embargo rara vez se enfrenta de manera
sistemática entre otras cosas porque el peso y la dimensión
que tiene el error no se pueden pasar por alto. El MIEDO es
el mayor Inhibidor de la INNOVACION y del APRENDIZAJE
y nuestra cultura y nuestra educación instala el miedo
a equivocarse, el miedo a hacer el ridículo, el miedo
a quedar en evidencia y que otros se den cuenta de que yo
no sé. Generalmente los errores se ocultan y pocas
veces se reconocen.
El miedo funciona impidiéndote alcanzar tus objetivos
y sólo si te arriesgas puedes lograr cosas importantes.
Por eso para innovar y para aprender es fundamental ser valiente,
querer arriesgarte y probar cosas nuevas, ser curioso porque
exige abandonar zonas de comodidad para entrar en zonas de
incertidumbre donde no hay garantía alguna de éxito.
Es más, en la mayoría de los casos podemos estar
seguros de que vamos a tener bastantes más fracasos
que éxitos. Hace muchos siglos el latín acuñó
la frase Errare, humanum est (es propio del hombre equivocarse).
Y por eso, para ser INNOVADOR y Aprendedor (y no morir en
el intento) es imprescindible por un lado convivir e incluso
sentirse cómodo con la frustración y por otra
parte tener un ego sólido que no se desmoraliza sino
que asume que para aprender a caminar, caerse al suelo forma
parte del proceso. Hay también una frase muy conocida
en el deporte americano que dice No pain, no gain - si no
te duele, no progresas.
En Infonomia se puede ver este video http://www.infonomia.com/tv/video.php?video=81
sobre Brainstore, una compañía especializada
en producir ideas donde el denominador común de sus
empleados consiste en "tener una curiosidad extrema y
un gran interés por cualquier cosa que uno pueda encontrarse
en este mundo". Por eso resulta tan importante, no sólo
estudiar los casos de éxito, lo que determinadas empresas
hicieron bien sino sobre todo analizar lo que se hizo mal
y el porqué fracasó para aprender y evitar que
vuelva a ocurrir.
Mi hijo mayor, Iñigo, está cerca de cumplir
los 4 años y está atravesando la "fase
de los Por Qué". Eso significa que todo lo que
atraviesa su campo visual es susceptible de ser cuestionado.
En estos días de playa, las ráfagas de preguntas
iban y venían sin misericordia: ¿Por qué
el agua del mar es salada? ¿Por qué hay olas
en la orilla? ¿Por qué el hierro se oxida con
el agua? A cada intento de respuesta mía le seguía
otro Porqué y luego otro... Realmente está viviendo
la época de los porqués de los porqués
y como todos los padres saben, resulta agotador. Sin embargo,
es la mejor señal de aprendizaje posible. Si el error
es el que dispara el proceso (cuando Iñigo traga agua
del mar su expectativa de que fuese dulce fracasa), la pregunta
es el paso determinante para averiguar qué falló
(primero se pregunta a sí mismo y al no ser capaz de
explicárselo, me lo pregunta a mí). Cada respuesta
genera a su vez una nueva expectativa que en el futuro se
verá rota en algún momento.
Iñigo es curioso y es creativo, cada cosa que aprende
cada día es una innovación para él aunque
el resto de la humanidad ya lo sepa. La creatividad es cuestión
de preguntas y no de mística. Y claro, las preguntas
surgen a partir de la confusión. La pregunta de Newton
sobre por qué caen las manzanas no es nada sofisticada
pero el hecho de no hacerse la pregunta imposibilita descubrir
nada. La semana pasada leía la historia sobre cómo
se creó la empresa Gatorade que actualmente factura
más de 4.600 millones de dólares. Como es imaginable,
surgió de la pregunta que se hizo su creador a mediados
de los años 60 de por qué los jugadores de fútbol
americano no orinaban después de los partidos. Sus
investigaciones demostraron que la deshidratación que
sufrían durante los partidos (perdían 8 kilos
en promedio) tenía como consecuencia una importante
pérdida de energía y menor rendimiento. Así
que con un presupuesto de 45 dólares se pusieron manos
a la obra para desarrollar una bebida que les permitiese recuperar
electrolitos y carbohidratos. Según reconoció
el creador "aquella pregunta inicial cambió nuestras
vidas".
Nuestro conocimiento está absolutamente condicionado
por las preguntas que hacemos. No merece la pena esforzarse
demasiado en buscar respuestas si no nos estamos haciendo
las preguntas adecuadas. Y esto significa que esas preguntas
deben ser tuyas y no de otros. El colegio y la universidad
están repletos de respuestas a preguntas que los alumnos
no se hacen y mientras no se las hagan, simplemente no escuchan
esas respuestas. Es imprescindible que primero que todo aprendan
a hacer preguntas para querer saber las respuestas y hacer
uso de ellas. Los niños son máquinas de hacer
preguntas pero de cosas que les interesan a ellos, no a sus
padres o a sus profesores y la creatividad depende de querer
saber. Como los científicos reconocen, el valor de
una buena pregunta (que conduce a descubrimientos e invenciones)
es infinitamente superior al de una buena respuesta.
Lo que ocurre es que las respuestas son mucho más cómodas
porque nos permiten continuar avanzando sin cuestionar nada
mientras las preguntas te obligan a detenerte y reflexionar.
Para una civilización obsesionada con las prisas, las
respuestas son más importantes. Para una sociedad que
busca la innovación, las preguntas son lo principal.
Hay razones muy poderosas para no otorgar a las respuestas
la importancia que tienen: Primero no hay verdades absolutas,
no hay cosas correctas o incorrectas sino que hay muchos matices.
Y en segundo lugar, en esta era de cambio permanente, el problema
es que para cuando te aprendiste las respuestas, estás
dejaron ya de ser validas porque cambiaron las preguntas.
Las verdades de hoy quedan desactualizadas para mañana
mismo. La innovación implica alumbrar nuevas y distintas
respuestas pero eso solo ocurre si te haces nuevas y distintas
preguntas. Si te aprendes las respuestas, aprendes lo que
funcionaba antes. Aprender a hacer preguntas significa descifrar
qué hacer hoy. Si Innovar significa hacer cosas que
no se han hecho antes (lo que requiere aprender a hacer las
cosas de otra manera) entonces exige nuevas perspectivas y
las preguntas precisamente invitan a esa nueva perspectiva.
Uno de los mejores preparadores físicos de fútbol
del mundo reconocía recientemente "Si me paro
a pensar lo que hacía el mes pasado, no ha cambiado
casi nada; si miro hace seis meses, he cambiado bastante,
y si es hace casi dos años, todo es diferente".
La realidad es que tener todas las respuestas te da mucha
seguridad, te hace sentir muy seguro, muy cómodo. Pero
la Innovación y el Aprendizaje son impredecibles, son
arriesgados y las preguntas conducen a respuestas con las
que no necesariamente puede ser fácil convivir.
Ser innovador (igual que ser aprendedor) es una actitud.
Los Innovadores son seres complicados porque no se conforman
con las explicaciones oficiales, rechazan la forma actual
de hacer las cosas, desorganizan e incluso muchas veces decepcionan
pero sobre todo uno de sus rasgos característicos es
que hacen preguntas incómodas e incluso irritantes.
Ahora bien, aunque no seamos conscientes de ello, todas las
personas nos hacemos preguntas continuamente aunque la mayoría
de ellas pasan inadvertidas.
En otro día de playa, y mientras Iñigo me daba
un respiro con sus preguntas, leí en el periódico
varias noticias que me llamaron la atención. Una de
ellas decía: Turista europeo de suicida el día
de su cumpleaños arrojándose de cuarto piso
del Hotel Aeropuerto dejando carta de despedida donando su
cuerpo a la ciencia. Otra de ellas rezaba así:
Estudio comprueba que uso de celular eleva riesgo de infertilidad
masculina. Mi curiosidad por saber más fue la que
guió las preguntas que inmediatamente me surgieron
y me llevaron a continuar leyendo: ¿Por qué
alguien decide suicidarse en un país extranjero? ¿Será
coincidencia que fuese su cumpleaños? ¿El teléfono
móvil no afectará la fertilidad femenina? Para
tratar de entender y por tanto de aprender, no hay más
remedio que formular nuevas preguntas.
Innovar y Aprender exigen dudar de todo, pensar absurdamente,
romper las reglas, NO dar nada por sentado, ser descabellado
pero sobre todo ESTAR ENFADADO, inconforme, reconocer que
hay cosas que no funcionan, que se pueden hacer mejor. Innovar
y Aprender, dependen de ser curioso (detectar anomalías/imperfecciones,
es decir, hacerse la pregunta adecuada en el momento justo
y no encontrar la respuesta), formular hipótesis, probarlas,
verlas fallar y corregirlas. En definitiva, depende de atreverse
a pensar.
Las 2 Principales preguntas de un innovador son: ¿POR
QUÉ las cosas son así? y ¿POR QUÉ
NO pueden ser de otra manera?
Las respuestas del NO innovador son: NO se puede, alguien
ya lo debe haber intentado, más vale malo conocido
que bueno por conocer, aquí siempre se ha hecho así,
quien nada hace, nada teme
Para Innovar y Aprender, deben darse unas condiciones mínimas:
QUERER = Motivación (me sirve para resolver
mis tareas diarias y mi desarrollo profesional).
SABER = ¿Sabemos Innovar? ¿Me han enseñado?
¿Se puede aprender a Innovar?
PODER = ¿Qué incentivos tengo? ¿Cómo
maneja mi organización el error? ¿Se premia
la Colaboración?
Toda innovación busca satisfacer una necesidad, apuesta
a invertir recursos actuales a cambio de expectativas futuras
lo que equivale a lidiar con la incertidumbre y el riesgo-
Muchas personas de preguntan si se nace innovador: Hay que
reconocer que no somos educados para Innovar aunque todos
estamos diseñados para ello. Desde nuestro nacimiento,
no cesamos de hacer preguntas y jugar hasta que
empezamos
el colegio. Toda innovación exige cambio y todo cambio
conlleva aprendizaje. Lo interesante es que para Innovar necesitas
crear nuevo Conocimiento, es decir, APRENDER. Por esa razón
APRENDER es la habilidad clave en la Sociedad del Conocimiento
Ese ¿Por qué? con el que me acribilla mi hijo
no ocurría con tanta normalidad en generaciones anteriores.
La mayor parte de las veces un subalterno no podía
preguntar por qué a un jefe, tampoco un alumno a un
profesor ni un hijo a un padre ya que las respuestas eran
conocidas: porque yo lo digo o por que yo mando. El
cambio de civilización nos va a conducir de memorizar
las respuestas sin discutirlas a no aceptarlas, hacer preguntas
y pensar por ti mismo y, por ende, a gozar de mucha mayor
autonomía. La pasión del saber es lo que mueve
a las personas porque aprender te enriquece.
¿Cuánto saben de aprendizaje y de innovación
las empresas? Para averiguarlo, basta con comprobar qué
rol juegan el error y las preguntas en sus dinámicas
diarias. Toda empresa que intenta ser una organización
que aprende e innova tiene que sentirse cómoda con
más preguntas que respuestas y considerar el error
como un amigo ineludible. Y ¿Cuánto saben de
educación y de innovación las universidades
y los colegios? La respuesta es, tristemente, bastante desalentadora.
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"La solución no trivial para seguir vivo,
cuando la incertidumbre aprieta, combina dos estrategias:
la de mejorar la anticipación y la de mejorar la acción".
Con esta reflexión Jorge Wagensberg, director de CosmoCaixa
de Barcelona, se refiere a cómo los seres vivos utilizamos
la innovación para adaptarnos a los cambios que tienen
lugar en el entorno. El entorno que enfrentan hoy las empresas,
regiones y países, dado su alto dinamismo, genera grandes
dosis de complejidad e incertidumbre, que sólo pueden
navegarse -mitigando el riesgo de zozobra- a través
de la anticipación y la adaptación a los cambios.
Ya está bien demostrado, aunque poco practicado, que
el verdadero camino para lograr la competitividad es impulsar
a los individuos, a las instituciones y a las empresas a aprender
y a innovar.
Ante estos requerimientos la innovación ha dejado
de entenderse desde una perspectiva exclusivamente técnica
(o tecnológica) y que encapsulaba la impronta innovadora
de las empresas en sus departamentos de investigación
y desarrollo. Hoy por hoy el reto de innovar para crear valor
es haciendo las cosas de forma diferente e, incluso, haciendo
cosas radicalmente nuevas. La innovación es un cocktail
complejo cuya receta tiene componentes diversos, donde la
tecnología tiene un lugar cada vez menos relevante.
Otros factores impulsores que tienen un peso creciente son
el capital humano y la cultura innovadora.
Para hacer crecer estos factores es imprescindible hacer
hincapié en la educación en todas sus etapas.
El desarrollo de una educación que potencie las competencias
y el talento en las personas para incorporarse al mercado,
así como incentive una actitud emprendedora, es crucial
para enfrentar los desafíos futuros. Es muy importante
desarrollar un sistema educativo que estimule la competencia
y la investigación desde edades tempranas, así
como incorpore la innovación como disciplina dentro
de los ciclos formativos, para hacer de la innovación
un hecho cotidiano, no un conjunto de acciones puntuales,
como suele ocurrir con cierta frecuencia.
Un país que no educa a sus ciudadanos en la innovación
difícilmente podrá ser un país competitivo.
Finlandia, Alemania y Austria han incorporado en los procesos
curriculares de la totalidad de los ciclos formativos asignaturas
específicas de innovación. La innovación
es un trabajo no sólo de los gobiernos, ni sólo
de la empresa... es de la sociedad. Y, si la sociedad es la
clave para la adaptación a los cambios, debe ser informada
y formada en la innovación. El éxito o el fracaso
de una organización en particular o de la sociedad
en general depende, en última instancia, de la posibilidad
de facilitar el desarrollo del potencial de las personas.
Disponer de personal cualificado y asignarlo de forma correcta
es uno de los factores importantes que influyen en el nivel
de innovación. En la actualidad, el conocimiento es
el motor de la sociedad y la economía, sobre todo,
porque los cambios son vertiginosos en muchos sectores tanto
sociales como económicos.
Un reto clave de la nueva economía es el de fomentar
el espíritu empresarial. Se trata de una revolución
cultural donde se plantea fundamentalmente un cambio de actitud
ante los riesgos, las recompensas y los fracasos. Innovar
exige una disposición de espíritu en la que
se asocian creatividad, voluntad de emprender y aceptación
del riesgo.
Los gobiernos, por otro lado, tienen un papel clave en la
puesta en marcha de políticas educativas que procuran
el apoyo a las universidades y centros de investigación
y facilitan la conexión con la industria, de manera
que se genera una amplia red de conocimiento, necesaria para
la correcta transmisión y difusión de éste.
Un buen ejemplo de alineamiento del sistema educativo con
la estrategia nacional de innovación es Singapur. Ese
país asiático viene desarrollando una políticas
educativas que procuran precisamente mejorar su capital humano,
por una parte, haciendo que éste satisfaga las necesidades
del mercado, y, por otro, fomentando desde edades muy tempranas
una cultura emprendedora. La mayoría de los sistemas
educativos heredados del industrialismo se basan en unos supuestos
muy alejados de las necesidades de la innovación. Hay
un claro alejamiento entre los requerimientos del mercado
y el establecimiento de los programas de enseñanza.
El fomento de la creatividad, del espíritu crítico
y emprendedor no forman parte de los objetivos de la enseñanza,
por el contrario, el sistema más bien los inhibe.
En Singapur, lo tomo sólo como referencia, desde hace
décadas se ha intentado mitigar estas viejas prácticas,
desarrollando políticas educativas para la innovación.
Para conseguirlo, una de las iniciativas llevadas a cabo consiste
en que los profesores de los centros educativos puedan realizar
prácticas en empresas, de forma que se facilita la
adquisición continua de nuevas tendencias que después
pueden ser aplicadas en las aulas. Los centros educativos
y las universidades gozan de autonomía en su gestión
y en su financiación, y se han promocionado los e´xitos
de iniciativas innovadoras dentro del entorno educativo, premiando
y reconociendo las mejores ideas de proyectos. Se ha facilitado
el uso de las nuevas tecnologías y comunicaciones de
manera que los estudiantes se familiaricen con ellas desde
muy pequeños. Además, se considera importante
que, desde las primeras etapas, los niños compitan
de una manera sana, de forma que se incentive con ello las
ganas de investigar para mejorar a los demás en un
ambiente de colaboración. Este tipo de sistema, que
ha servido para el crecimiento del país en los índices
de competitividad y productividad, ha sido reconocido por
las Naciones Unidas como "ejemplo de crecimiento económico
que se puede lograr con la promoción del conocimiento
mediante la educación".
Otra de las innovaciones del sistema educativo de Singapur
en que los alumnos de educación primaria y secundaria
vayan a clases con un computador portátil y reciban
las clases a través de un sistema 3D. Ello requiere,
por supuesto, de una infraestructura de telecomunicaciones
que lo haga posible. En ese país el 88% de la población
tiene acceso a Internet. El gobierno invierte un 4% del PIB
en Educación, lo que denota la prioridad que se le
asigna. Se están desarrollando también políticas
para la formación de los profesores, de manera que
estos también se impregnen del espíritu emprendedor,
dado que no formar a los profesores en esta nueva cultura
para la innovación, dejaría esta política
en una situación de excesiva debilidad.
La innovación no consiste sólo en llevar adelante
una serie de proyectos novedosos de forma aislada, sino que
también debería ser un proceso de negocio, directamente
ligado a la estrategia de la empresa y a su competitividad
futura, donde tecnología, la cultura emprendedora y
el capital humano son las piezas clave en la que se sustenta.
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People write to me all the time asking what we can do about
the mess education is in. Lots of folks agree with me, they
just can't see a solution. About fifteen years ago I was complaining
about the state of education to the Commissioner of Education
of Connecticut, where I lived at the time. He asked me what
the solution was and I said "software." Now, the
truth be told, I wasn't so sure that software was the answer.
Kids need to interact with people, not machines, and I sure
as heck wouldn't want my kid staring at a computer all day.
On the other hand I don't want my kid in a prison masquerading
as an educational institution either. I said "software"
because I knew then, and I still believe now, that software
is the Trojan Horse of education. No one will accept a new
biology curriculum that is on paper and taught in the same
old way--too many vested interests in the old way, from teachers
to textbook publishers to test makers. But, a radically new
biology curriculum on a computer (one that taught health and
nutrition instead of phyla, for example) would be easily accepted
if it were very engaging, and made kids want to learn biology.
So I said "software." And the Commissioner responded
that he thought that was a great idea. He said he would create
a special magnet school in Connecticut that any kid could
go to and that would be entirely software. He was ready to
see if it would work. Well, so was I. Problem was, there wasn't
very much software of decent quality. In fact there was no
software that was worth a damn.
So, inspired by that conversation, I set off to build the
stuff. I went to Northwestern and started ILS because I was
offered money to build educational software--not for kids,
but for adults in business--but it was start. That was in
1989.
We built a lot of educational software at ILS, some for kids,
but mostly for corporations who could afford to care about
their new employees. We invented new tools and new designs
and created what we believed to be very exciting stuff. Corporations
got so excited about it that we had more orders than we could
handle at a university so we started Cognitive Arts, a for-profit
corporation intended to commercialize educational software
for the corporate market. This was exciting but still, no
matter how hard I looked, there was no money for building
software for kids.
And then, things got worse. Someone came up with the notion
of "e-learning." Now every company that had training
needs was suddenly directed by their CEO to move to e-learning.
What this means in effect is a step backwards in a reform
movement that was just starting to move forward. The idea
in most companies now is that all learning should be web delivered.
That's kind of like a new company saying that all of their
products will be delivered by Fed Ex instead of UPS. Yes,
but will the product be good? Its delivery vehicle would seem
secondary. However, once the web is chosen as a delivery vehicle
by corporate America, it does not follow that training budgets
are being quadrupled. So, what "all of our learning will
be e-learning" means, in effect, is that much less money
will be spent per course, so down with quality and up with
quantity.
A similar thing is happening in university education. Now
universities are excited by distance learning, not because
they really care about the students who aren't on their campuses
but because they are afraid that they will miss out on a cash
cow. This would be great news if it meant that universities
were interested in quality but yet again it's quantity that
rules. Let's get our courses on the web means "let's
take a lecture course, let's eliminate the lecture -- leaving
only the notes, the readings and the quizzes, and let's call
that a course." Here we go again, a step backwards in
modern education. Just as universities were beginning to realize
that one guy droning on in front of 500 students was not quality
education, they propose to eliminate the human and leave the
quizzes.
Nevertheless, there are now many companies offering courses
on- line and many universities willing to endorse what they
offer as being of actual educational value. Frightening, really.
The good news is that Cognitive Arts has just completed an
agreement with Columbia University to produce high quality,
learn by doing, multimedia courses that will radically change
the nature of what it means to endure an introductory course.
We are building courses in programming, in writing for non-native
speakers, in economics and psychology. Many more courses are
planned. These courses will be offered to other universities,
to corporations, and to high schools. Perhaps a university
credit will be seen as more valuable than an AP credit. If
that is the case, we can have the best and the brightest economists
in the country teach high school students economics instead
of a high school teacher who happened to get assigned the
AP course. We have received sufficient funding from very credible
investors to create first rate courses of which we can all
be proud.
We may change things yet.
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Catenaria - Gestión del
Conocimiento
Agustinas, 1350 / Teléfono 56 - 2 - 2905404 / Mail: jmartinez@catenaria.cl
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