Apenas hace 2 semanas que han finalizado en Pekín
los que muchos consideran los mejores Juegos Olímpicos
de la historia (con permiso de Barcelona). Desde la ceremonia
inaugural pasando por las gestas de deportistas como Phelps,
Bolt o Isinbayeva y finalizando con la clausura, a lo largo
de 16 días se batieron 43 records del mundo y 132 olímpicos.
Evidentemente, un evento de estas características fue
pródigo en historias de éxito y fracaso, de
superación y de sufrimiento, todas ellas relacionadas
con el conocimiento y el aprendizaje. Les propongo hacer un
breve recorrido por algunas de las que mejor conozco, que
corresponden a deportistas españoles mayoritariamente.
Rafael Nadal: En diciembre de 2006, y después
de leer en un periódico el balance sobre la temporada
recién terminada de Nadal, escribí una columna
que titulé con el nombre de "Rafael Nadal y yo
queremos aprender" http://tokland.com/elearning/?p=21
El objetivo era muy simple: Llamar la atención sobre
2 elementos fundamentales en todo proceso de mejora y cambio.
1. Para mejorar hay que aprender y para ello hay que QUERER
aprender, algo que parece obvio pero no lo es. Nadal, tras
analizar sus estadísticas de ese año y compararlas
con las del Nª1, Roger Federer, decidió quedarse
sin vacaciones y se propuso, entre otras cosas, mejorar
la efectividad de su servicio.
2. Para que alguien quiera aprender tiene que darse cuenta
de que no está obteniendo los resultados que espera.
Es decir, que no está alcanzando objetivos que le
importan y por tanto está dispuesto a aprender como
medio para lograrlo. En general, el error y el fracaso son
magnificas palancas para fomentar la mejora. El éxito
es un arma traidora y engañosa porque te impide pensar.
El triunfo desata un irrefrenable impulso de disfrutar de
lo conseguido, de celebrar. Sin embargo el error te obliga
a reflexionar, a analizar qué ocurrió, por
qué, en qué te equivocaste, que debes corregir
para hacerlo mejor la próxima vez, etc.
En agosto de 2008, Rafael Nadal está realizando la
mejor temporada de su vida que le ha conducido a una proeza
que pocos podían imaginar: arrebatar el Nª1 a
Federer, considerado el mejor tenista de todos los tiempos.
Este año Nadal no se ha conformado con ganar Roland
Garrós y los habituales torneos del circuito europeo
de tierra batida sino que se dio el lujo de ganar Wimbledon
por primera vez (en una épica final) y lograr la medalla
de oro en Pekín. Lo más interesante de observar
el proceso seguido por Nadal en estos 20 meses, consiste en
observar su evolución. Ha pasado de ser un jugador
que sólo ganaba torneos en tierra a ganar torneos en
pistas duras, incluyendo la hierba, algo que históricamente
resultaba un obstáculo casi insalvable para los jugadores
españoles. Para lograr estos triunfos, Nadal ha tenido
que APRENDER para mejorar y ser capaz de hacer cosas que antes
no podía hacer: Mejoró su servicio, mejoró
su volea, su revés cruzado y adaptó su juego
para evitar castigar su cuerpo, muy maltratado por las lesiones.
En definitiva, hoy Nadal es Nª1 del mundo y nadie puede
proclamar que se trata de un jugador que basa su estrategia
en su fuerza física y mental. Su convicción,
su deseo y su entusiasmo están fuera de dudas. Pero
lo crucial del camino recorrido por Nadal es que evaluó
sus resultados, decidió sobre cuales quería
trabajar para mejorarlos, se fijó unos objetivos a
alcanzar y hoy en día está justo donde quería
estar, como Nª1 del mundo (de hecho ya está en
semifinales del US Open, su mejor resultado en Nueva York,
y por tanto con opciones de ganar el último Grand Slam
del año). Indudablemente, la característica
mas importante de Nadal es
su capacidad de aprender.
Selección Española de Baloncesto: Liderada
por el mejor jugador español de la historia, Pau Gasol
(miembro de Los Angeles Lakers), la selección española
ganó una merecida e incluso esperada medalla de plata
en Pekín. Sin embargo, el camino estuvo lejos de ser
plácido y tiene su origen en
los Juegos Olímpicos
de Atenas. En realidad, la historia comienza un poco más
atrás, en el Campeonato del Mundo de Lisboa 1999 donde
el equipo de Gasol, Navarro, Reyes y Raúl López
derrotó en la final al equipo de EEUU dando inicio
a lo que se ha denominado la generación de los Juniors
de Oro.
En Atenas 2004, la selección española estaba
haciendo un torneo impecable. Ganó su grupo invicta
(derrotando entre otros a Argentina que posteriormente sería
campeona olímpica) y mostraba signos indudables de
fortaleza y calidad. Sin embargo, el rival en los cruces de
cuartos de final resultó ser el que nadie deseaba y
EEUU eliminó a España para decepción
de todos los aficionados ibéricos.
En el año 2006, en un brillante torneo, España
se proclamó de manera inapelable Campeón del
Mundo en Japón a pesar de que Gasol no pudo disputar
la final por lesión.
El año 2007 y para sorpresa de casi todos, España,
la favorita unánime de aficionados y expertos, perdió
la final del Eurobasket en Madrid ante la sorprendente selección
rusa.
Vistos los antecedentes, las esperanzas para Pekín
eran muchas pero las precauciones también eran considerables.
Pocos meses antes de la cita olímpica y en medio de
la polémica, se optó por cambiar al entrenador.
Semanas antes de comenzar el torneo, existían dudas
razonables sobre el estado físico de algunos de los
puntales del equipo. Durante la primera fase del torneo, España
ganó sus partidos sin brillantez pero con cierta claridad
excepto el que le enfrentó a EEUU que supuso una debacle
por lo abultado del resultado (derrota por 37 puntos). De
nuevo surgieron algunos temores sobre la fiabilidad del equipo
que quedaron completamente disipadas en los siguientes encuentros
y sobre todo en el partido por la medalla de oro donde España
hizo sufrir al equipo de EEUU hasta el último segundo.
Lo relevante de esta historia, que mezcla alegrías
y sinsabores, es que la selección de baloncesto supo
aprender de lo que le pasó en Atenas (eliminada
en cuartos de final cuando era una de las favoritas para el
oro) y también supo aprender de lo que le ocurrió
en el primer partido de Pekín contra EEUU donde fue
apabullado. La final olímpica fue un ejemplo de cómo
sacar partido de las lecciones aprendidas en el partido anterior.
Selección Española de Hockey: En el
mes de abril, de nuevo me llamó la atención
otra noticia que leí en el diario. Explicaba que la
Federación Española de Hockey había decidido
gastar casi 1 millón de euros en construir en España
una replica del campo de hockey de Pekín lo que permitía
que la selección española fuese la única
(aparte de la China) que contase con la ventaja de preparar
el torneo sobre la extraña superficie que se escogió
donde, entre otras cosas, la bola rodaba mal y los palos se
hundían. El objetivo era entrenarse a conciencia para
acostumbrarse al bote irregular de dicho campo. Durante el
proceso, una larga lista de selecciones solicitó entrenarse
en este peculiar terreno de juego, a lo que la Federación
se negó sistemáticamente.
Resultado: España fue medalla de Plata en Pekín,
fruto de un exquisito grupo de jugadores, un excelente entrenador
y una esmerada preparación que ni siquiera descuidó
el detalle de que los jugadores aprendiesen a jugar de
memoria en un escenario casi idéntico al que encontrarían
en la cita China.
David Cal: El piragüista, que ya fue doble medallista
olímpico en Atenas (oro y plata), tenía un tremendo
desafío por delante en los Juegos de Pekín puesto
que perseguía superar aquellos resultados. Su plan
consistió en una intensa preparación cuya penúltima
etapa transcurrió en un embalse situado en una zona
totalmente aislada y donde durante 2 meses y con la única
compañía de su entrenador, trató de adaptarse
a las altas temperaturas que esperaba encontrar en Pekín.
Se sometió a una concentración a rajatabla en
la ni siquiera llevó consigo el teléfono móvil.
La estrategia era clara: Aprender a desenvolverse en un escenario
igual de exigente climatológicamente al que le esperaba
en Pekín. Una de las bases del aprendizaje consiste
precisamente en que el entrenamiento se parezca lo más
posible al trabajo y a la vida real para que la transferencia
sea lo más directa posible.
Resultado: Obtuvo 2 medallas de plata en las 2 pruebas en
que participó convirtiéndose en uno de los atletas
mas laureados de la historia olímpica española.
Mirándolo positivamente, tras participar en 2 olimpiadas,
ha disputado cuatro finales y ha obtenido cuatro medallas.
Su peor resultado es una plata. Ahora, tras tanto sacrificio
y tanto entrenamiento solo quiere descansar. Y lo mejor de
todo es que apenas tiene 25 años y, por tanto, mucha
capacidad de aprender.
Gervasio Deferr: El gimnasta español es ya
todo un veterano de 27años que acumula sendas medallas
de oro en Sidney y Atenas. En Pekín sin embargo disputaba
su primera final en su especialidad preferida: El ejercicio
de Suelo. Gervasio Deferr sabía que no era el mejor
gimnasta del mundo pero tenía muy claro cual era su
estrategia para compensar esa pequeña desventaja: Automatizar
el minuto y medio de acrobacias de su rutina hasta llevarlo
a la perfección. Y eso ¿Cómo se logra?
Practicando, repitiendo una y otra vez el ejercicio
que realizaría en la final olímpica, ejecutándolo
sistemáticamente hasta el punto de ser capaz de realizarlo
con los ojos cerrados. Como el propio protagonista reconocía
"Lo he repetido millones de veces". Sabiendo que
contaba con un déficit inicial debido a que su ejercicio
tenía una nota de partida inferior a la de otros participantes,
era consciente que su única opción pasaba por
realizar una ejecución perfecta, sin fallos, sin errores.
Y así fue. Y para eso, la única receta conocida
es practicar y practicar. El miedo a equivocarse solo se puede
combatir practicando hasta el límite. Resultado: Medalla
de plata.
Kristel Kobrich: La que es considerada la mejor nadadora
chilena de todos los tiempos, era una de las esperanzas de
la delegación olímpica de su país en
Pekín. Kristel participó en la competencia de
Aguas Abiertas (10 Km.) donde tuvo que retirarse de la competencia
cuando se llevaban recorridos 8,5 kilómetros y pese
a que iba en la parte delantera del pelotón y con posibilidades
de medalla. El motivo fue un desmayo sufrido en plena travesía
y que por suerte fue advertido por su entrenador. Tratando
de explicar lo sucedido, la protagonista reconocía
"Fue error mío, me pasó la cuenta
el cansancio, fue cuando quedaba una vuelta. Fue un error
de hidratación. Estaba con el ritmo cardíaco
muy alto y me costó bajarlo". Lo interesante de
este caso es que ilustra a la perfección como funciona
el proceso de aprendizaje. Kristel tenía cómo
objetivo luchar por una medalla y desarrolló una estrategia
que pensó le daría resultados. Sin embargo,
claramente cometió un error al saltarse un puesto de
hidratación durante la prueba, lo que le pasó
factura posteriormente provocando su abandono. Es decir, su
estrategia, inesperadamente, falló en ese punto dando
al traste con sus expectativas. Lo más importante,
sin embargo viene a partir de este momento y tiene que ver
con la capacidad de Kristel de aprender de esta experiencia,
lo que sólo podremos comprobar en la próxima
competición. Las personas gestionamos continuamente
el conocimiento adquirido previamente. Si en una situación
similar vuelve a saltarse un puesto de hidratación,
significará que no fue capaz de aprender la dura lección
de Pekín.
Lo que puedes hacer está siempre en relación
con el conocimiento que tienes. Y tu conocimiento es el resultado
de lo que has aprendido a lo largo de tu vida. Les contaré
las 2 últimas historias, en este caso personales:
- Hace poco una multinacional norteamericana nos solicitó
diseñar un programa de aprendizaje presencial para
un grupo de unas 75 personas que son sus responsables en Europa,
Asía, Africa y Latinoamérica. Obviamente, todo
debe ser el inglés lo cual elimina automáticamente
del proyecto a quienes no tienen ese "Conocimiento".
Yo sostengo que no es posible aprender inglés mientras
no salgas de tu país y te vayas a vivir a Inglaterra,
EEUU, Australia, etc. Yo estudié inglés en el
colegio, recibí clases con un profesor particular,
fui varios veranos a Inglaterra e hice intercambios con ingleses
y estadounidenses que vinieron a vivir varios meses a mi casa.
Sin embargo, nada de eso me permitió poder afirmar
que sabía hablar inglés. Tuve que ir a hacer
el último año de colegio a un pequeño
pueblo cercano a Chicago, donde no había ningún
hispanoparlante a bastantes kilómetros a la redonda,
para verdaderamente aprender inglés. De hecho recuerdo
perfectamente el momento exacto en que fui consciente de ello
y fue una mañana que al despertar me di cuenta que
había soñado en inglés. A partir de ese
momento, empiezas a pensar en ingles y tu inconsciente opera
en inglés (el mejor ejemplo es que empiezas a insultar
en inglés). Lo que aprendí en España
indudablemente me sirvió pero allí nunca hubiese
aprendido realmente inglés.
- Mi casa está situada a unos 45 minutos de una estación
de esquí. Para acceder, hay que subir por una carretera
estrecha y mal asfaltada de unos 30 kilómetros, plagada
de curvas de 180 grados y pendientes que hacen que los coches
sufran. Hace 1 año y sin conocer previamente el camino,
me propuse llegar hasta arriba con mi bicicleta. Cada domingo
a las 8 de la mañana me ponía en marcha para
intentar la ascensión. El primer domingo logré
avanzar hasta el kilómetro 7 donde, exhausto, las fuerzas
me abandonaron y tuve que emprender el camino de regreso a
casa con el rabo entre las piernas. El siguiente domingo lo
intenté de nuevo y avancé un par de kilómetros
más hasta que de nuevo las piernas no me respondieron
más. Los domingos sucesivos se repitió la misma
situación hasta que finalmente, al cabo de unos 2 meses,
conseguí llegar hasta arriba. Las razones que explican
el que pudiese progresar de la manera que lo hice son básicamente
dos: Mi motivación por lograr el objetivo y mi obsesión
por aprender para mejorar mis logros cada semana. De hecho
la clave fue que durante la semana, entrenaba subiendo cuestas
muy parecidas a las que me esperaban el domingo, aprendiendo
sobre todo a sufrir y resistir la tentación de bajarme
de la bici con la esperanza de que la recompensa merecería
la pena.
La moraleja de todos estos casos es que el que algo quiere,
algo le cuesta. En todos ellos, los protagonistas se fijaron
objetivos concretos y a su vez, se trazaron planes para conseguirlos.
Los resultados fueron dispares porque sólo hay 3 medallas
y muchos pretendientes. El triatleta español Gómez
Noya, campeón del mundo y favorito indiscutible quedo
fuera de las medallas lo que le brinda una excelente oportunidad
de aprendizaje para el futuro. Phelps que en Atenas fracasó
en su intento de lograr 8 medallas de oro y batir la marca
de Mark Spitz, aprendió de esa experiencia y obtuvo
su recompensa en Pekín. ¿Qué será
capaz de aprender, por ejemplo, Usain Bolt que contó
sus apariciones por medallas de oro y records mundiales?
|
"A pesar de la publicidad actual, el mundo no cambia
a razón de una persona a la vez. Va cambiando en tanto
las redes de relaciones se van formando entre personas al
descubrir que comparten una causa en común y una visio´n
de lo que es posible". Margaret Wheatley
Hace algunos meses atrás en el desarrollo de una consultoría
para el fortalecimiento del trabajo colaborativo en un servicio
público chileno, uno de los participantes reaccionó
a los planteamientos introductorios del facilitador con las
siguientes palabras: "a mi encanta el trabajo en equipo,
pero la verdad es que no tengo tiempo para practicarlo en
el trabajo". Dónde sino, me pregunté. Ciertamente
que en la cabeza de esta persona circulaba una idea muy enraizada
con la visión de que el trabajo colaborativo es una
práctica para estar en "buena onda", más
que una necesidad para generar valor en la organización.
Sin embargo, en el mundo del managment se está expandiendo
cada vez más la idea de que la cooperación es
un requerimiento necesario para la creación de valor.
Desde David Ricardo se ha exaltado la ventaja competitiva
como el atributo desde el cual las naciones y luego las organizaciones
podían alcanzar resultados positivos en sus cuentas.
Vamos!!, el éxito, dijo en palabras llanas. Ello llevó
a que las empresas se estructuraran en un marco de competitividad
que a veces se extendió hasta la depredación
sistémica, sin tener en cuenta la ecología,
la desigualdad social y las personas como eje central de la
empresa. En la economía del conocimiento y en el mundo
empresarial más consciente del buen uso de este atributo,
la clave de la productividad y de la generación de
riqueza está en la COOPERACION. Sin ella no se puede
crear y difundir conocimiento. Este sólo existe como
acto relacional, por tanto depende de las redes de personas
que lo crear, almacenan, difunden, explotan y re-crean. El
proceso por medio del cual se facilita su creación,
divulgación y explotación es uno en el cual
se producen interacciones, conversaciones, entre las personas
que forman parte de una comunidad de trabajo.
Las organizaciones surgidas bajo la mirada del paradigma
industrial se estructuraron en base a la verticalidad, la
especialización y el comando y control. En esas circunstancias
cooperar no tenía mucho sentido. Sin embargo, el mundo
de hoy demanda organizaciones más flexibles, dúctiles
y dinámicas. En las cuales el conocimiento es la fuente
de la innovación y la generación de riqueza.
Con lo cual su "gestión" es clave para el
éxito de las organizaciones. Cooperar no es ya sólo
estar en buena onda, es, más bien, una necesidad para
la creación de valor.
Con todo, a pesar de que el trabajo colaborativo está
en boca de muchos y que tiene en la actualidad un reconocimiento
sin parangón, su instalación en las organizaciones
tiene sus limitantes. La primera, se refiere a que su implantación
no depende sólo de la voluntad de las personas, sino
también de factores contextuales: cultura y organización.
La cultura se refiere a los creencias predominantes en las
formas de hacer de una organización. Esa cultura debe
fomentar valores como la confianza y la creatividad. Por otro
lado, otro factor contextual que facilita la implementación
de la cooperación es la estructura organizacional.
Para actuar bajo los principios de la colaboración,
la organización debe diseñarse para que ésta
ocurra; sus procesos y diseño organizacional deben
ser pertinentes. La segunda limitante los medios a través
de los cuales se pasa de las formas de trabajo en silos a
las rutinas colaborativas. La experiencia nos enseña
que no es factible aprender los nuevos códigos de trabajo
a través de modelos de aprendizaje que no tengan el
cuenta el "saber hacer". Aprender a trabajar colabortivamente
fuera del contexto de trabajo es tan descabellado como aprender
a ir en bicicleta leyendo un manual. Por esta razón
quiero contarles una experiencia exitosa de instalación
del trabajo colaborativo en el sector público chileno.
Un caso de innovación colaborativa
Hay muchos casos de éxito de trabajo colaborativo.
Y, por suerte, cada vez hay más. Sin embargo, les quiero
participar de uno en particular que me ha tocado observar
con algún detalle. Aunque es incipiente e informal,
pero igualmente efectivo. Se trata de un equipo de trabajo
en la Fiscalía Centro Norte del Ministerio Público
de Chile. El Área de Tramitación de Causas,
dependiente de la Unidad de Gestión Administrativa,
es la responsable de atender los requerimientos administrativos
de las Fiscalías Especializadas una vez las causas
le son signadas, y apoyar la canalización de sus diligencias.
Para cumplir sus procesos esta Área distribuye sus
tareas en nueve sub-áreas, las cuáles están
a cargo de su respectivo coordinador. El Área está
constituida por un Administrador y nueve coordinadores de
línea.
Hace un año atrás (2007) una reunión
rutinaria de planificación y revisión de metas
acabaría convirtiéndose en toda una innovación.
Y como generalmente ocurren las cosas, sin que hubiera la
intención de que esa reunión se transformara
en lo que hoy es. Por otro lado, el otro ingrediente de esta
combinación sinérgica fue el liderazgo ejercido
por el Jefe del Área, quien tuvo la sensibilidad de
percibir cómo el contexto iba generando brechas en
las distintas líneas de procesos de su Área.
La alta especialización de los gestores de línea
fue provocando un efecto de aislamiento entre líneas
y cegueras en el control de gestión. Para romper estos
silos el Jefe de Área convocó una reunión
con el objeto de preparar el Informe de metas del primer semestre
de 2007. La reunión tuvo un formato particular, saliéndose
de los esquemas tradicionales. Como el objetivo de la reunión
era preparar el informe del primer semestre, la reunión
se diseñó de la siguiente manera: Cada coordinador
debía llevar preparado en 100 palabras un pequeño
discurso sobre qué hizo en el semestre, los conflictos
que tuvo y los compromisos para el segundo semestre, nada
más. Las 100 palabras acotarían la exposición
de cada uno y el único requisito era "responder
libremente porque el resto te escucha". Para motivar
la participación y reforzar la importancia que cada
coordinador hablara en un tiempo acotado, la reunión
se convocó con el nombre "Desayuno en 100 palabras"
haciendo una parodia al concurso de literatura del Metro de
Santiago "Santiago en 100 palabras". La reunión
pasó a constituirse en una estructura informal a cargo
de los propios participantes, contando con el consentimiento
pasivo de la Unidad Administrativa.
El esquema "tomándote un café y/o comiéndote
un sándwich, pero en solo 100 palabras, responde libremente
¿Que hice? ¿Que me falta? ¿Qué
voy a hacer?" abrió un inesperado espacio
de interés por escuchar al otro, y develó una
situación evidente pero oculta hasta ese momento: si
bien es cierto los códigos y naturaleza de los conflictos
en cada Línea son distintos, todas operan con los mismos
recursos y sistemas por lo que las soluciones y problemas
de un Coordinador eran importantes para el otro, y se podían
ayudar. Ese espacio rápidamente se fue convirtiendo
en un lugar para encontrar colaborativamente soluciones a
los problemas de gestión.
La estructura del Desayuno se ha ido configurando sobre la
marcha y por contribuciones de cada Coordinador de Línea,
de la misma manera que los logros y desafíos no han
sido planificados y han surgido espontáneamente. Su
principal aporte ha sido favorecer la cohesión del
grupo y disminuir las tradicionales dificultades (excusas)
de asistencia a reuniones asociadas al trabajo acumulado y
escaso tiempo disponible. Esto no es menor, considerando que
cada Desayuno en 100 palabras dura de tres a cuatro horas.
La valoración principal que hacen sus miembros es el
aprendizaje que en él se produce a través del
escuchar al otro y de las interacciones que se generan en
la búsqueda colectiva de soluciones particulares.
Esta iniciativa ha tenido muchos beneficios para el Área.
Las soluciones que han surgido de estas reuniones han sido
aplicadas en sus propios contextos introduciendo mejoras en
la gestión. Estas soluciones han ayudado a explicitar
conocimiento, crear nuevos conocimientos y difundirlos en
la organización. Se han protocolarizado soluciones.
Por otro lado, ha ayudado a mejorar considerablemente la cohesión
del equipo y el clima de trabajo en el Área. Los niveles
de confianza y empatía han crecido en forma importante.
El principal desafío que tiene esta innovadora iniciativa
es convertirse en una comunidad de práctica más
evolucionada. Esto significa formalizarla y alinearla claramente
con la dirección. Uno de los déficits detectados
por los mismos participantes es la falta de seguimiento a
las iniciativas que surgen de las reuniones y de aplicación
de indicadores de gestión. Asimismo, al pasar a un
estadio más formal un desafío que esta comunidad
debe plantearse es su replicabilidad en otras áreas
de la organización. Con todo, no se puede más
que celebrar que en el sector público, tan lejanos
a prácticas creativas, florezcan este tipo de iniciativas
que dan aire fresco a sus vetustas estructuras organizativas.
|