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¿Hasta dónde estás dispuesto
a llegar?
Javier Martínez Aldanondo,
Gerente de Gestión del Conocimiento de Catenaria
jmartinez@catenaria.cl
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¿Cuál es
la historia de tu vida? ¿Estás viviendo la historia
que quieres vivir?
Con estas 2 preguntas lanzadas a bocajarro terminamos la sesión
"Aprender y difundir conocimiento mediante historias"
a la que me invitó mi buen amigo Jesús Martinez
dentro del marco del interesantísimo proyecto Compartim
http://gestioconeixement.blogspot.com/
A primera vista, no parecen preguntas demasiado sofisticadas,
sin embargo no resultan simples de contestar porque exigen
tener a su vez respuesta para otras preguntas previas como:
¿Qué objetivos tienes en la vida? ¿Dónde
quieres llegar? ¿Por qué cosas merece realmente
la pena luchar? ¿Qué estás dispuesto
a sacrificar para conseguirlas?
Creo firmemente que lo que eres hoy es lo que quieres ser.
Y lo que serás mañana, depende de lo que estés
dispuesto a hacer para lograrlo.
La realidad es que en bastantes aspectos, las personas
somos mucho más parecidas de lo que pensamos. Desde
luego, todos tenemos una anatomía similar (brazos,
piernas, cerebro, corazón
), hábitos
comunes (dormir, comer, divertirnos, trabajar
) y exceptuando
a los escasísimos genios, la inmensa mayoría
nos movemos en un espectro de capacidades casi idénticas.
Sin embargo, cada día la vida nos demuestra que existe
una enorme disparidad en la forma en que viven los seres
humanos, en lo que son capaces de hacer, en lo que tienen
y en definitiva en lo que son. ¿Qué es lo
que diferencia a unos de otros? ¿Por qué unos
han sido capaces de acumular tantas cosas, de hacer tantas
cosas y otros no? ¿Podríamos concluir que
los que más han conseguido son más inteligentes,
más capaces y están mejor dotados genéticamente
que el resto de los mortales? Sinceramente, creo que no.
Piensa en aquellas personas que admiras, bien por alguna
cualidad concreta (ser capaz de andar a caballo, dirigir
un equipo, vender, manejarse socialmente o responder bajo
presión), por contar con recursos abundantes (dinero,
posición social, fama), por desempeñar un
cargo apetecible o un rol que te atraiga (actor, futbolista,
cantante, torero
). Por regla general, esas personas
son capaces de hacer cosas que tú no puedes hacer
y que de una u otra forma consideras envidiables. Pero si
lo analizas más fríamente, si tú no
las haces, es porque no quieres, por que no te interesan
lo suficiente y no porque no sea factible hacerlas. Dado
que las capacidades de los seres humanos son casi idénticas,
lo único que les diferencia a ellos de ti es que
ellos han aprendido cosas que tú no has aprendido.
Es decir, tienen un conocimiento para hacer cosas que te
pueden parecer inalcanzables y lo serán mientras
tú no las aprendas. Si ellos lo hacen, tú
también puedes hacerlo. Elemental.
Obviamente, ninguno de ellos nació sabiendo desplegar
esas habilidades, todos fueron recién nacidos sin
ningún otro conocimiento que llorar y mamar. El resto
de cosas, al igual que sucede en tu caso, las han aprendido.
Y como no puede ser de otra manera, aprender las habilidades
que hoy les hacen ser admirados por ti es un proceso largo
que les exigió esfuerzo, motivación y mucha
práctica.
La conclusión por tanto es evidente: si tú
no puedes hacer o tener lo mismo que esa gente que admiras
hace o tiene, es porque no te importa lo suficiente. Seguramente
tendrás buenos argumentos para que esto sea así
pero no tiene nada que ver con que entre ellos y tú
existan diferencias insalvables basadas en el talento o
la inteligencia que expliquen la diferencia. Eres lo que
quieres ser y cómo quieres ser y si no eres más
o eres diferente es porque no te interesa porque desde luego
no hay razones fuera de ti que te lo impidan. Si quieres
ser como ellos, solo necesitas querer y aprender.
Ahora bien, sería absurdo negar que hay personas
con más talento que otras, con mayor facilidad, con
distinta predisposición. Pero a fin de cuentas, los
elementos que juegan un papel primordial en la historia
que cada persona escribe de su vida son otros: la motivación,
el entusiasmo, la perseverancia, la fuerza de voluntad y
sobre todo el aprendizaje. Todos somos capaces de hacer
casi cualquier cosa que haga otra persona, sólo necesitamos
2 cosas:
1. Querer hacerlo y
2. Aprenderlo
A partir de este punto, la gran pregunta no puede ser otra
que esta ¿Qué estás dispuesto a hacer
para conseguir tus objetivos? ¿Hasta dónde
estás dispuesto a llegar? Porque en definitiva, de
eso se trata y no de dinero ni de coeficiente intelectual.
Con la innovación o con el arte, existe la percepción
de que tan sólo unas pocas personas elegidas por
el destino cuentan con talentos casi mágicos mientas
al resto nos están vedadas esas disciplinas. En mi
opinión, no falta imaginación sino oportunidades
para ponerla en práctica. No hay falta de creatividad
sino una educación castradora y organizaciones que
castigan los errores y desconfían de los cambios
y el riesgo. No estoy de acuerdo en que estemos viviendo
una era de crisis de talento. Nunca hasta ahora habíamos
tenido generaciones con el nivel de educación y tan
bien formadas como las que disponemos. Parece que la clave
no va por el camino de los resultados académicos
sino por otros más esquivos y menos manejables: ¿Cómo
se fomenta la determinación, la curiosidad, el inconformismo?
¿Se pueden enseñar? ¿Se deben enseñar?
¿Cómo se hace? Don Quijote le decía
a Sancho "No hay un hombre que sea más que otro
sino que hace más que otro". Nike acuñó
un exitoso lema que era toda una declaración de principios
y no un mero fruto de la casualidad: Just do it (sólo
hazlo).
Todos sabemos que nada es gratis en la vida pero casi todo
es posible aunque el precio que hay que pagar se entrega
en esfuerzo, constancia y mucha paciencia porque el camino
suele ser largo y deja poco espacio para improvisar. Lo
más valioso del hombre no se compra: la voluntad.
Una vez más, el conocimiento emerge como aquel elemento
distintivo que separa a una persona de las demás
y que explica por qué unas obtienen determinados
logros y resultados que otros envidian. Y dado que no es
posible tener conocimiento sin haber aprendido antes, el
aprendizaje se revela como la habilidad más importante
para vivir. Si hay algo que de verdad te interesa, por lo
que estás dispuesto a hacer cualquier cosa por lograrlo,
cuentas con uno de los principales factores a tu favor:
la Motivación que es la energía que mueve
a los seres humanos. Cuando algo te apasiona, no te rindes
fácilmente, no tiras la toalla. Puede que te cueste
más que a otros, que te lleve más tiempo pero
finalmente obtienes la recompensa, la clave es desearlo,
luchar y no darse por vencido. Ahora sólo te falta
el otro factor, Aprender. Si eres eficiente a la hora de
aprender, eres capaz de alcanzar la meta que te propongas
por imposible que parezca. Repito sólo hace falta
Querer, Aprender y Perseverar.
Lo difícil no suele ser trazarse objetivos o fijarse
metas sino tomar la decisión de ir a por ellos sin
desmayo y hacerlos realidad. Los desafíos que enfrentas
en tu vida influyen decisivamente en lo que eres. Esta historia
(que me llegó por vía de una lista de distribución)
lo ilustra a la perfección.
A los japoneses siempre les ha gustado el pescado fresco.
Pero en las aguas cercanas a Japón ha habido escasez
de pesca durante décadas. Así que para alimentar
a la población japonesa, se fabricaron barcos pesqueros
de mayor tamaño y de esta manera pudieron ir mar
adentro todavía más lejos. Mientras más
lejos iban los pescadores, más era el tiempo que
les tomaba regresar a la costa a entregar el pescado. Si
el viaje tomaba varios días, el pescado ya no estaba
fresco. A los japoneses no les gusta el sabor del pescado
cuando no es fresco. Para resolver este problema, las compañías
pesqueras, instalaron congeladores en los barcos pesqueros.
Así podían pescar y poner el pescado en los
congeladores. Además los congeladores permitían
a los barcos ir aún más lejos y por más
tiempo. Sin embargo, los japoneses pudieron percibir la
diferencia entre el pescado congelado y el pescado fresco,
y no les gustó el pescado congelado. El pescado congelado
se tenía que vender más barato.
Así que las compañías instalaron tanques
para los peces en los barcos pesqueros. Podían así
pescar los peces, meterlos en los tanques, mantenerlos vivos
hasta llegar a la costa de Japón. Pero, después
de poco tiempo, los peces dejaban de moverse en el tanque.
Estaban aburridos y cansados aunque vivos. Desafortunadamente,
los japoneses también notaron la diferencia del sabor.
Porque cuando los peces dejan de moverse por días,
pierden el sabor 'fresco-fresco'. Los japoneses prefieren
el sabor de los peces bien vivos y frescos, no el de los
peces aburridos y cansados que los pescadores les traían.
¿Cómo resolvieron el problema las compañías
pesqueras japonesas? ¿Cómo consiguieron traer
pescado con sabor de pescado fresco? Invitaron a un tiburón
a sus tanques. Así es como los peces japoneses se
mantienen vivos: para mantener el sabor fresco de los peces,
las compañías pesqueras todavía ponen
a los peces dentro de los tanques en los botes pesqueros.
Pero ahora ponen también ¡un TIBURÓN
pequeño! Claro que el tiburón se come algunos
peces, pero los demás llegan muy, pero muy vivos.
¡Los peces son desafiados! Tienen que nadar durante
todo el trayecto dentro del tanque, ¡para mantenerse
vivos!
Cómo dijo L. Ron Hubbard a principios de los años
50. "Las personas prosperan, extrañamente más,
sólo cuando hay desafíos en su medio ambiente".
Tan pronto como alcanzas tus metas ya no necesitarás
esforzarte tanto, así que sólo te relajas.
¿Qué desafíos te apasionan? ¿Qué
te gustaría ser que no eres o tener que no tienes?
Convéncete que si eso ocurre es porque nunca te lo
has propuesto de verdad porque de otra manera, habrías
hecho lo posible y lo imposible para serlo o tenerlo. ¿Qué
estás dispuesto a hacer? En este tema no hay excusas,
la respuesta y la llave sólo las tienes tú.
Recuerda que todo lo que quieres requiere conocimiento.
Y recuerda también que la solución es Aprender.
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No hace falta Organización,
hace falta Organizarse.
Marcelo Lasagna, Gerente Sector
Público de Catenaria
mlasagna@catenaria.cl
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Hace ya bastante tiempo que me viene rondando una inquietud:
son realmente necesarias las organizaciones tal como fueron
pensadas en su momento. Acaso no requerimos reinventar las
formas de organización, no sólo para ser más
eficientes, sino para convertir el trabajo en un lugar con
sentido y propósito. Cuáles son los diseños
de organización que permiten conseguir acoger a las
personas que en ella laboran y hacerlas sentir partícipes
del proceso de negocio y, muy especialmente, sacarles su
creatividad para ponerlas a disposición de la innovación
que la propia organización requiere.
En los tiempos que corren una de los cambios más
destacados es el cuánta organización necesitamos
para alcanzar los objetivos que nos proponemos. Las empresas,
el Estado, la sociedad civil se estructuran en organizaciones
que aglutinan a personas; les defines roles, dividen el
trabajo, lo coordinan con el objeto de cumplir un propósito,
etc. Maximizar utilidades, prestar servicios, cumplir una
meta social, etc, son algunos de las motivaciones que tenemos
para crear organizaciones. Ahora bien, cumplen las actuales
diseños organizacionales con sus propósitos.
Yo tendería a pensar que no. Las organizaciones son
muy poco flexibles, y, en consecuencia, adaptables a los
cambios del entorno, las personas tienen poco espacio para
expresar su creatividad, no se genera innovación,
los ciclos de vida son cortos, por tanto no estamos ante
un escenario muy optimista para la organización tradicional
basada en le paradigma tayloriano.
Por ello he pensado que no hace falta para el mundo actual
tener grandes estructuras organizacionales, sino más
bien patrones de organización. Como señala
el título, hace más falta organizarse que
una organización. Fundamentalmente por un hecho muy
singular del mundo actual: es necesario compartir. El mundo
complejo de hoy requiere del pensamiento complejo y eso
quiere decir cambiar la cultura de trabajo de antes. Las
TICs han hecho posible un mundo global donde compartir es
el antónimo de depredar. Cabe superar la competencia
expoliadora para adentrarse en formas de compartir: nichos
de negocio, mercados, información, proveedores, clientes,
objetivos estratégicos, etc.
Para maximizar el potencial creativo y la capacidad de aprendizaje
de una organización, es crucial que sus directivos
y ejecutivos comprendan la interrelación entre sus
estructuras formales y sus redes informales autogenerativas.
Las primeras son un conjunto de normas y reglas que definen
las relaciones entre personas y tareas y determinan la distribución
del poder dentro de la organización. Los límites
son establecidos mediante acuerdos contractuales que delinean
subsistemas (departamentos) y funciones bien definidas.
Las estructuras formales se describen en los documentos
oficiales de la organización -diagramas organizativos,
reglamentos internos, sus estrategias y sus procedimientos.
Por el contrario, las estructuras informales son redes de
comunicaciones fluidas y fluctuantes. La noción de
red es la propiedad emergente de las nuevas organizaciones.
La capacidad de estructurarse internamente en forma de red
y en relación a su entorno está constituyéndose
en un valor clave de las organizaciones. La fuerza vital
de una organización -su flexibilidad, su potencial
creativo, y su capacidad de aprendizaje- reside precisamente
en la capacidad de generar redes a su interior y con su
entorno. Juan Freire habla de la organización interfaz,
es decir, de aquella que se acopla y desacopla con rapidez
y ductibilidad en torno a proyectos, objetivos.
Una red tiene dos componentes: personas y practicas comunes,
tras un objetivo común. Las redes se encarnan físicamente
en esas personas que se implican en una práctica
común. Cuando entra en ella una nueva persona, la
red puede reconfigurarse; cuando alguien se va, la red cambiará
de nuevo, o incluso puede llegar a romperse. En la organización
formal, en cambio, las funciones y las relaciones de poder
son más importantes que las personas, por lo que
persisten en el tiempo aunque éstas cambien. La red
permanece en el tiempo mientras el propósito que
la aglutine está vigente. Una red también
funciona según una reglas. Las que emergen de la
propia red, es decir, de sus miembros. No existen acciones
humanas sin reglas. Sin embargo, las reglas de las red son
intrínsica a ella y por tanto maleables ante perturbaciones
o cambios de entorno. Ah! y son singulares a esa red, por
tanto no son necesariamente transferibles a otra. De ahí,
por tanto, que la organización no debería
se una estructura permanente, sino una propiedad emergente
del sistema que la requiera.
Esta reflexión es particularmente importante para
las organizaciones actuales, basadas en el conocimiento,
en las que la lealtad, la inteligencia y la creatividad
son los activos más valiosos, justamente aquellos
que creemos que mejor pueden potenciarse con una red.
La naturaleza es una fuente de enseñanza para las
organizaciones humanas. Por ello quiero terminar esta reflexión
con un ejemplo que leí al médico y consultor
organizacional Pere Monrás "el ejemplo de la
biología es bien claro. La célula vive y se
desarrolla por el efecto membrana. En la membrana es donde
se dan todos los intercambios. Y al decir esto ya no cabe
la vieja pedagogía donde la acción/reacción
valían. Se descubre el placer de la membrana, del
intercambio de una autonomía con interdependencia,
de la pertenencia a un cuerpo social al que todos aportan
para ser ellos mismos, del mismo acto de hacer el amor donde
los cuerpos y los espíritus, creando, conectando
e intercambiando lo mejor de ellos mismos, donde la penetración
y el acogimiento tienen sentido en el pleno juego que se
da".
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Catenaria
- Gestión del Conocimiento
Agustinas, 1350 / Teléfono
56 - 2 - 2905404 / Mail: jmartinez@catenaria.cl / Santiago, Chile
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