El viernes 8 de mayo, nada
más recibir la confirmación de que la tasa de
desempleo alcanza el 8,9%, Barack Obama, flamante presidente
de los EEUU manifestó lo siguiente: "En una
economía del S.XXI donde la habilidad más importante
que puedes vender es tu conocimiento, la educación
es la mejor apuesta que podemos hacer, no sólo para
nuestro éxito individual sino para el éxito
de nuestra nación
De forma que si queremos ayudar
a la gente no sólo a levantarse de nuevo sobre sus
pies hoy sino a prosperar mañana, necesitamos un nuevo
y riguroso enfoque sobre la enseñanza superior y la
formación técnica". El texto completo
se puede leer aquí http://www.tinyurl.com/reskilling
Da la sensación de que cuando habla el hombre más
poderoso de la nación más poderosa de la tierra,
hay que poner atención a sus palabras. Obama plantea
una afirmación fundamental pero no compartida por
mucha gente: No hay ninguna habilidad más importante
que aprender. Eso sí, no se pronuncia sobre cómo
se aprende dando por hecho que resulta algo evidente, al
fin y al cabo miles de instituciones vienen enseñando
hace muchos siglos por tanto debe ser un tema resuelto.
Pero justamente ahí radica el problema y por esa
misma razón conviene arrojar luz sobre este espinoso
asunto. Los 2 elementos que mayor impacto tienen en cualquier
proceso de aprendizaje no son ni el profesor, ni los contenidos,
ni las notas, ni el presupuesto, ni la institución
educativa. Esos 2 elementos, que son sistemáticamente
ignorados por quienes se dedican a la educación/formación,
empiezan por M: Motivación y Memoria.
1. Motivación: ¿Cómo lograr que las
personas quieran aprender?
A finales del mes de abril decidí invertir 4 días
completos (40 horas) y no poco dinero en el que se considera
el mejor curso de guión del mundo impartido por el
profesor Robert Mckee y por el que han pasado numerosos
ganadores de premios Oscar y Emmy http://www.mckeestorychile.com/indexCS.htm
El curso no era barato e incluía clases el sábado
y el domingo así que necesitaba una razón
poderosa para estar dispuesto a hacer este sacrificio. Mi
razón era evidente: Saber cómo logra el mundo
del cine atrapar al espectador, hacerle salir de casa, pagar
por sentarse en la oscuridad durante 2 horas, sin moverse,
mirando una pantalla y con un nivel de concentración
muy superior al que demuestra en su trabajo. Y no sólo
eso, cómo logra hacer que el espectador se identifique
con los personajes, sufra con la historia, se angustie,
se ria, pase miedo, llore, es decir, se emocione y todo
eso aun sabiendo que lo que ve es "inventado".
¿Por qué el mundo del aprendizaje no ha logrado
algo semejante? ¿Por qué rara vez ofrece experiencias
memorables?
Hace mucho tiempo que insisto en que las historias
son una de las mejores herramientas para aprender. Por suerte,
poco a poco otros empiezan a pensar lo mismo y a finales
de marzo hicimos una sesión
sobre cómo usar storytelling/narrativas para difundir
conocimiento. Las premisas son 2:
a. Para aprender hay que querer aprender y las personas
no necesariamente quieren aprender lo que los profesores
les queremos enseñar.
b. Si quieres que alguien aprenda algo, no le ofrezcas
contenidos para estudiar ni asignaturas con sus respectivos
exámenes sino que plantéale un desafío
que le interese resolver y crea una historia para contextualizarlo.
El cine es el arte de contar historias así que mi
objetivo era entender cómo se diseñan historias
que facilitan resolver el primer gran problema que enfrenta
la educación: motivar a las personas a que quieran
aprender.
Resumir 4 días en unos pocos párrafos es difícil
pero estas son algunas de mis principales conclusiones:
Una buena película siempre cuenta una gran historia
y desde los griegos (Ilíada/Odisea) los principios
son básicamente los mismos: Qué quiere el
protagonista, cómo lo va a conseguir, qué
se interpone en su camino (qué problemas tiene)
y cómo lo sortea y todo eso en 2 horas.
La historia se basa siempre en conflictos que afectan
a los personajes. Esos conflictos rompen el equilibrio
en que viven los personajes y les impiden obtener lo que
desean empujándoles a tomar decisiones y actuar.
Y es precisamente ahí donde se muestran de verdad.
Al inicio de la historia siempre hay un incidente que
desata los acontecimientos y crea confusión y al
final la historia se cierra con un climax donde se resuelve
el conflicto, positiva o negativamente.
Una buena historia tiene que ser ante todo creíble.
Necesita también ser impredecible, tiene que sorprender
al espectador no con lo que ya sabe sino con lo que no
ha visto antes. Tiene por tanto una cierta dosis de engaño,
cuando crees que va a pasar una cosa pasa otra inesperada.
Tiene que provocar su curiosidad (la historia plantea
preguntas continuamente ¿por qué ha pasado
esto? ¿qué pasará a continuación?),
generarle tensión e intriga y nunca, nunca, nunca
aburrir.
Una historia ante todo es una experiencia emocional. Busca
que el espectador se reconozca en el personaje y piense
"Quiero que obtenga lo que quiere porque en su lugar
yo querría lo mismo". Escribir historias es
la profesión más difícil del mundo
y los escritores son peligrosos no por las ideas que transmiten
sino por las emociones que mueven
Las historias se basan en un placer antropológico
poderosísimo: El interés en descubrir un
mundo que no conocemos ya que, a fin de cuentas, vivimos
una vida pequeña.
El último día del curso, dedicamos varias
horas a hacer una "autopsia" de la película
Casablanca (Bogart/Bergman) para entender minuto a minuto
cada uno de los detalles "invisibles" que pasan
desapercibidos para el espectador.
¿Significa esto que es posible aprender viendo una
película en el cine o en la televisión? No.
El cine está pensado para el entretenimiento y la
diversión. La televisión puede proveer contenidos
pero no es una herramienta para aprender por razones obvias:
Si quieres que alguien aprenda, no puede ser espectador
sino protagonista. No puede observar una situación
que les pasa a otros desde "fuera", pasivamente,
sino que debe estar "dentro" y las cosas le deben
pasar a él. Para aprender, como he repetido incansablemente,
tienes que hacer, no basta con leer o escuchar. Lo que si
es factible y sobre todo deseable es aprender de cómo
el cine capta tu atención, logra apasionarte presentándote
conflictos ante los que deseas saber cómo se resuelven
y cómo terminan. Si algo hay que reconocer a Hollywood
es que sus historias, aunque en muchas ocasiones sean banales,
saben contarlas muy bien.
Si eres capaz de crear una historia rica y motivante, tienes
mucho camino recorrido para diseñar experiencias
de aprendizaje
en las que sitúes al alumno como protagonista de
una historia
donde deba alcanzar un objetivo que le importe y donde aprender
sea el medio que le permita tener éxito. Y curiosamente
eso, en el mundo del aprendizaje, es una innovación
sin precedentes.
2. Memoria
Actuar es repetir lo aprendido con anterioridad. Actuar,
por tanto, consiste en poner tu conocimiento en práctica.
Cualquier cosa que haces ocurre gracias a tu memoria que
es capaz de rescatar ese conocimiento cuando lo necesitas.
Imaginemos que sabes andar en bicicleta y yo te lo borro
del cerebro. ¿Qué ocurriría si te doy
una bici? Si te subieses te caerías al suelo, no
podrías andar en ella, te quedarías sin ese
conocimiento y necesitarías aprenderlo de nuevo.
Sin memoria no puedes actuar, no puedes hacer nada. Si hablamos
de Memoria, necesitamos distinguir primero que entendemos
por aprender y por conocimiento:
Precisamente se acaba de celebrar el 1 de mayo, día
del trabajo y todavía resulta normal escuchar frases
como "Estoy en el trabajo", "voy camino al
trabajo", "cuando salga del trabajo" "me
he quedado sin trabajo". Pero no será por mucho
tiempo. No, el trabajo no es un lugar. El trabajo eres tú.
a. Aprender es acumular experiencia reutilizable en el
futuro.
b. Conocimiento es aquello que te permite tomar decisiones
y actuar.
Al hilo de esto hay una conclusión interesante:
El conocimiento para andar en bicicleta necesita ser aprendido
y como todo conocimiento, es un "proceso neuronal"
imposible de transferir directamente a otra persona. ¿Cómo
le transfiero a otra persona mi conocimiento sobre cómo
andar en bici, escribir guiones o hablar inglés?
Es imposible. Enseñar no es posible, aprender en
cambio, si lo es.
A pesar de ello, nuestro sistema educativo cae en el error
permanente de confundir memoria con memorizar. Su paradigma
consiste en hacer esfuerzos sistemáticos para que
los alumnos memoricen enormes cantidades de datos inútiles
que les son suministrados mediante asignaturas. La forma
de verificar que los alumnos saben es hacer un examen para
comprobar si los alumnos recuerdan lo que escucharon al
profesor o leyeron en el libro. Esto se llama memorizar
y su inutilidad es fácil de demostrar: ¿Cuántos
alumnos serían capaces, 1 año después,
de aprobar cualquiera de los exámenes que hicieron
1 año antes? ¿Cuántos adultos aprobarían
un examen cualquiera de la carrera que estudiaron en la
universidad? Prácticamente ninguno, lo hemos olvidado.
Sin memoria no hay conocimiento.
Hemos hablado muchas veces que aprender es recordar.
Si hoy no eres capaz de hacer una integral, significa que
no lo aprendiste por mucho que hace 20 años fueses
capaz de responder correctamente en un examen. El cerebro
es un almacén de casos y no de datos y si lo que
queremos es que las personas tengan "memoria",
es decir, aprendan de verdad, tenemos que proveerles múltiples
experiencias (en forma de historias) donde hagan tareas,
resuelvan problemas, desarrollen actividades, cometan errores
Es decir, que acumulen casos, historias reutilizables en
el futuro. La práctica hace maestros.
A pesar de los sistemas educativos, las personas de forma
natural se manejan bastante bien en el proceso de aprender.
Al fin y al cabo, son inteligentes. Pero, ¿Y las
organizaciones? ¿Aprenden? ¿Dónde está
el conocimiento de una organización? ¿Y su
memoria? ¿Tienen cerebro? ¿Son inteligentes?.
En otra columna discutiremos este equívoco asunto.
2009 es año electoral en Chile y demasiada gente
(los políticos al frente) aboga por invertir mucho
dinero en educación. Mi duda es ¿Para hacer
QUÉ? ¿Para hacer más de lo mismo?
La civilización ha progresado mucho a lo largo de
la historia en prácticamente todas las ramas del
saber. Sin embargo, en educación, no se ha inventado
nada mejor que lo que proponía Sócrates (y
su método basado en las preguntas) o Aristóteles
(lo que tenemos que aprender, lo aprendemos haciendo). Resulta
desesperante comprobar como sabiéndolo desde hace
muchos siglos, estas premisas son absolutamente ignoradas.
En su discurso del 8 de mayo Obama comentó "Si
queremos salir de esta recesión mejor de antes, tenemos
que asegurarnos que contamos con una fuerza de trabajo mejor
entrenada que nunca antes". ¿Sabrá
Obama cómo entrenar adecuadamente a esa fuerza de
trabajo? Por algunas de las decisiones que ha tomado hasta
ahora, me temo que no. Sería conveniente que se fijase
en cómo trabajan sus compatriotas en Hollywood.
PD: El miércoles 27 de mayo, en un emocionante partido,
el FC Barcelona se proclamó brillante campeón
de la Champions League (después de haber ganado el
título de liga y de copa, algo inédito en
el futbol español). Su entrenador, Josep Guardiola,
encargó en secreto la realización de un vídeo
7 minutos para motivar
a los jugadores justo antes de que saltasen al campo. ¿Recuerdan
lo que hablábamos de las historias? Aquí
pueden ver el video que se ha hecho público hoy rodeado
de gran expectación. El partido se celebró
en Roma y la película escogida para inspirar a sus
jugadores fue Gladiator que transcurre en
Roma.
PD2: El domingo 31 Rafael Nadal quedó eliminado
por primera vez en Roland Garrós perdiendo la oportunidad
de ganar dicho torneo de Grand Slam por quinta vez consecutiva
(algo inédito en la historia del torneo). ¿Recuerdan
lo que comentamos de la Memoria? ¿Qué será
capaz de aprender Nadal de esta derrota?¿Cómo
guardará este partido en su cerebro para aprovecharlo
en el futuro? Dudo mucho que olvide la historia de este
día.
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El último libro de Daniel Goleman, Inteligencia
Ecológica, amasa algunas de las ideas que más
me han ocupado y entusiasmado en el ultimo tiempo. Principalmente
la de por qué el patrón de la colaboración
es clave en el mundo de las organizaciones de hoy y del
futuro, y cómo hacer para que éste se convierta
en una práctica incorporada en aquellas. El título
del libro podría llevar a pensar que Goleman nos
hablará desde una sensibilidad medioambientalista,
sin embargo, siendo así en parte, no lo es en el
fondo. No es un libro ecologista, es un libro que nos invita
a reflexionar sobre el mundo que emerge y el impacto que
éste tiene para la forma en la que nos organizamos
y convivimos en las organizaciones. El viejo paradigma del
managment y de la teoría de organización,
que podríamos ilustrar con la visión fayoliana
de la empresa, no nos sirve para entender y actuar en un
mundo que se ha hecho mucho más dinámico,
incierto, frágil, interdependiente y complejo. ¿Qué
nos dice Goleman de ello?. Para comprenderlo no es suficiente
una sola mente que lo piense y comprenda. Esta no es capaz
de integrar toda la información que se requiere para
hacer inteligible una realidad, por lo que se requiere el
surgimiento (emergencia) de la inteligencia colectiva, como
la de los insectos sociales, la que sólo es posible
mediante la colaboración. Colaborar viene del latín
co-llaborare y denota la actividad de trabajar juntos por
un propósito común. Esta actividad es tan
humana que está en nuestra genética, pues
ha sido uno de los patrones que la selección natural
ha premiado, en tanto nos ha permitido sobrevivir y ser
más fuertes como especie. Con todo, en la actualidad
el paradigma clásico del managment la ha inhibido
muy fuertemente. Goleman nos invita a recuperarla y re-pensarla.
En estas notas quiero compartirles algunas ideas del libro
de Daniel Goleman.
1. Aprender de los sistemas vivos
Los ecologistas nos dicen que los sistemas naturales
operan en múltiples escalas. A nivel macro hay ciclos
biogeoquímicos globales, al igual que para el flujo
de carbono, donde los cambios en las proporciones de los
elementos se pueden medir no sólo a través
de los años, sino que a través de los siglos
y de las edades geológicas. El ecosistema de un bosque
balancea la interacción entrelazada de especies de
plantas, animales e insectos, bajando a las bacterias en
el suelo, donde cada uno encuentra un nicho ecológico
para explotar, y sus genes evolucionan conjuntamente. En
el nivel micro los ciclos siguen su curso en una escala
de micrones o milímetros, en tan sólo segundos(1).
¿Cómo percibimos y entendemos todo esto
hace una diferencia crucial?. "El árbol que
mueve a algunos hasta las lágrimas de alegría,
a otros sólo representa una cosa verde que se interpone
en el camino", escribió el poeta William Blake
hace dos siglos. "Algunos ven en la Naturaleza todo
el ridículo y la deformidad, y algunos pocos ven
la Naturaleza como un absoluto. Pero a los ojos del hombre
de la imaginación, la naturaleza es la propia imaginación.
Como un hombre es, por lo que ve."
La inteligencia ecológica nos permite comprender
los sistemas en toda su complejidad, así como la
interacción entre lo natural y los mundos creados
por el ser humano. Pero esta comprensión exige un
amplio acervo de conocimientos, tan grande que ningún
cerebro por sí sólo puede almacenarlo todo.
Cada uno de nosotros necesita la ayuda de otros para navegar
las complejidades de la inteligencia ecológica. Tenemos
que colaborar (2).
Esta es la nueva máxima para
sobrevivir en los tiempos de la complejidad y la incertidumbre(3).
El nuevo paradigma de ver y pensar la realidad se traslada
desde una mirada centrada en la materia, las cosas, las
estructuras, hacia una focalizada en la relación,
el vínculo, las redes. Es en este marco conceptual
que la colaboración tiene un sentido práctico
intenso y clarificador. Gregory Bateson proponía
precisamente como nueva forma de pensar una que sustituyera
los objetos por las relaciones
.
2. La inteligencia colectiva: cooperar más y desmarcarse
menos.
Convencionalmente los psicólogos ven la inteligencia
como un atributo que sólo reside en un individuo.
Pero la habilidad ecológica que necesitamos para
poder sobrevivir hoy en día debe ser una inteligencia
colectiva, una que aprendemos y dominamos como especie,
y que reside en forma distribuida entre redes de personas
deslocalizadas. Los desafíos que enfrentamos son
muy variados, sutiles, y complicados para ser comprendidos
y superados por una sola persona; su reconocimiento y solución
requieren intensos esfuerzos de una amplia gama de expertos,
empresarios, activistas - de todos nosotros. Como grupo
tenemos que saber a qué peligros nos enfrentamos,
cuáles son sus causas, y cómo hacerlos inofensivos,
por un lado, y, por otro, ver las nuevas oportunidades que
ofrecen estas soluciones - necesitamos la determinación
colectiva hacer todo esto.
Comprender el problema es un paso
necesario para la inteligencia ecológica. Un problema
mal conceptualizado es un problema mal resuelto. Si los
problemas a que nos enfrentamos son cada más volubles
e indeterminados, la inteligencia ecológica nos invita
a generar un sistema de alerta y comprensión de la
realidad, de la cual siempre sólo conoceremos una
parte de ella, por lo que colaborar con otros se hace un
imperativo
.
Los antropólogos evolutivos reconocen la habilidad
cognitiva requerida para la inteligencia compartida, como
una capacidad humana distintiva, dado que ha sido fundamental
para ayudarnos como especie a sobrevivir. El más
reciente valor añadido al cerebro humano incluye
nuestro circuito para la inteligencia social, el que permitió
a los primeros seres humanos utilizar complejas formas de
colaboración para cazar, emparentarse, y sobrevivir.
En el mundo de hoy, necesitamos mucho más
de estas mismas capacidades para intercambiar conocimiento,
de cara a superar los nuevos de desafíos que determinarán
nuestra supervivencia.
La colaboración tiene un sentido:
compartir información y conocimiento para poder entender
los desafíos que enfrentas y actuar ante ellos. Mientras
más conocimiento tienes sobre una realidad en mejores
condiciones estarás para enfrentarla. El conocimiento
se vuelve, en consecuencia, en un factor clave para las
organizaciones
Un colectivo, sea entre amigos o en familia, dentro
de una empresa, o a través de toda una cultura, expande
la conciencia del grupo a través de la inteligencia
distribuida. Cuando una persona capta una parte de esta
compleja red de causa y efecto (que es la realidad) y lo
comunica a los demás, esta idea (hallazgo) se convierte
en parte de la memoria grupal, que será utilizado
por otro miembro del grupo cuando lo requiera. Así
la inteligencia compartida crece mediante las contribuciones
de las personas que anticipan esa comprensión y luego
la difunden entre el resto del grupo. Por lo tanto necesitamos
"scouts", exploradores que nos alerten sobre las
verdades ecológicas con las cuales hemos perdido
el contacto o aquellas que vienen por descubrir.
Las grandes organizaciones encarnan la inteligencia
distribuida. En un hospital un técnico de laboratorio
realiza ciertas tareas, una enfermera quirúrgica
hace otras, un radiólogo también otras: coordinar
todas estas habilidades y conocimientos permite a los pacientes
recibir una buena atención. En una empresa de ventas,
los departamentos de finanzas, marketing y planificación
estratégica representan una expertise única.
Sin embargo, estas partes -aparentemente desconectadas-
operan como un todo a través de una coordinación,
y de la comprensión compartida.
Ahora bien, en la práctica
el comportamiento de silos (estancos) sigue prevaleciendo
en muchas organizaciones, lo que convierte a cada una de
esas islas en realidades desconectadas de los objetivos
estratégicos de la organización. Todo ello,
en una medida importante, es fruto de la falta de una cultura
del compartir.
El carácter compartido de la inteligencia ecológica
es sinérgica con la inteligencia social, lo que nos
da la capacidad para coordinar y armonizar nuestros esfuerzos.
El arte de trabajar juntos de manera eficaz, como un equipo
de alto rendimiento, combina habilidades como la empatía
y la perspectiva de tomar, la franqueza y la cooperación,
para crear creación de persona a persona vínculos
que permitan obtener información de valor añadido
como parte de este viaje. La colaboración y el intercambio
de información son vitales para la amasar los hallazgos
ecológicos esenciales y necesarios para generar la
base de datos que nos permitan actuar para producir el bien.
3. El ejemplo de los Insectos Sociales para fomentar la
colaboración.
La forma que adoptan los enjambres de insectos nos sugieren
otro sentido en el que la inteligencia ecológica
puede ser distribuida entre nosotros. En una colonia de
hormigas ninguna hormiga abarca el panorama del conjunto,
ni conduce a las otras hormigas (sólo la reina pone
huevos), en su lugar cada hormiga sigue reglas de oro simples
para trabajar colaborativamente en un sinnúmero de
formas para lograr las metas de la autoorganización.
Las hormigas encuentran la ruta más corta a una fuente
de alimento interconectadas a través de normas simples,
tal como seguir el más fuerte sendero de feromonas.
La inteligencia del enjambre permite que un objetivo mucho
más amplio pueda ser alcanzado como resultado de
que un gran número de actores siguiendo unas reglas
sencillas. Ninguno de los actores necesita dirigir los esfuerzos
del otro para lograr la meta general, ni tampoco existe
ninguna necesidad de un director centralizado.
Tal como muchos de los avances científicos
y técnicos han tenido lugar después de dar
una aguda mirada a la naturaleza, cabría repensar
nuestras creaciones humanas del ámbito social, como
las organizaciones, dándole una mirada profunda los
sistemas vivos.
Cuando se trata de nuestros objetivos colectivos ecológicos,
las reglas del enjambre podrían reducirse a:
1. Conocer tus efectos.
2. Favorecer las mejoras.
3. Compartir lo que aprendes.
Así una inteligencia de enjambre se traduciría
en una mejora en curso para nuestra inteligencia ecológica
a través de una atenta conciencia de las verdaderas
consecuencias de lo que hacemos y compramos, y de la voluntad
de cambiar para mejor, y la difusión de lo que sabemos
para que otros puedan hacer lo mismo. Si cada uno de nosotros
en el enjambre humano seguimos estas tres reglas sencillas,
y luego juntos podamos crear una fuerza que mejora nuestros
sistemas humanos. Nadie de nosotros tiene un plan maestro
o es el depositario de todo el conocimiento esencial. Todos
nosotros seremos empujados hacia una mejora continua del
impacto humano sobre la naturaleza.
El conocimiento brota mejor en entorno
diversos, mientras más creatividad interrelacional
hay, mayor conocimiento tendremos fruto de aquella. Con
lo cual cualquier diseño organizacional que opte
por la descentralización y las redes de inteligencia
distribuida, más capacidades habrá en la organización
para comprender los desafíos y reaccionar ante ellos
.
Las señales de los albores de este cambio en
la conciencia colectiva son ampliamente visibles a nivel
mundial, desde los equipos directivos que trabajan para
hacer que sus empresas sean más sostenibles, a activistas
de barrio que distribuyen bolsas para la compra reutilizables,
sustituyendo las de plásticos por unas de tela- donde
las personas están motivadas por la creación
de una forma de interactuar con la naturaleza que transforma
nuestras propensiones de compromisos de corto plazo hacia
otros de largo plazo. Ciertamente que las investigaciones
de alto perfil acerca de los innumerables peligros que la
actividad humana plantea a los ecosistemas de nuestro planeta,
como el creciente estudio del calentamiento global, son
un simple comienzo. Tales esfuerzos ayudan a elevar nuestro
sentido de urgencia. Sin embargo no podemos parar aquí.
Necesitamos recoger sobre el terreno, los datos detallados
y sofisticados que pueden orientar nuestras acciones. Para
eso se necesita un análisis exhaustivo y permanente,
y una disciplina determinada- y la búsqueda de la
inteligencia ecológica.
La inteligencia colectiva es, al
fin y al cabo, una propiedad emergente de un sistema social
(empresa, Estado, organización, familia, club de
fútbol, etc.) La idea de emergencia afirma que el
todo es más que la suma de sus partes. Ello es que
también hay que considerar las específicas
conexiones e interrelaciones entre esas partes. (el vínculo
importa más que los objetos!!!!!). La emergencia
está muy vinculada al fenómeno de la complejidad,
ya que en estos fenómenos el todo es más que
la parte y su comportamiento es poco predecible. Y pensar
la complejidad es descubrir ambigüedad, interacción
y ambivalencia donde antes sólo había simplismo.
Para emprender esta hercúlea tarea necesitamos desarrollar
la capacidad de la inteligencia ecológica que nos
propone Goleman. Para hacerlo lo primero que tendremos hacer
es aprender a desaprender la forma como pensamos.
(1)En gris y cursiva son textos traducimos por mi del
libro de Daniel Goleman que aquí comento.
(2) La negrilla es mía.
(3)En naranja mis comentarios a la reflexión de Goleman.
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