"Dios no me escogió para que sea el más
rápido. Esto se debe a un gran esfuerzo y trabajo.
Si no, no habría alcanzado este nivel" Usain
Bolt
El verano que recién terminó en el hemisferio
norte, fue pródigo en noticias deportivas. El Campeonato
Mundial de atletismo fue solo uno de los eventos protagonistas.
La frase de Bolt, el hombre más rápido de
la historia, proferida hace escasamente 1 mes resulta muy
ilustrativa porque sostiene la tesis sobre la que se basa
este artículo: Independientemente de que existan
seres humanos que cuentan con algunas características
biológicas que los hacen ligeramente diferentes del
resto, nada de eso tiene una influencia decisiva en su desempeño
y en los resultados exitosos que son capaces de obtener.
Sin motivación, sin esfuerzo, y sin práctica
continua a lo largo de un largo periodo de tiempo (curiosamente
las 3 características del aprendizaje), esas condiciones
favorables no tienen ninguna
validez. Como acertadamente señala el atleta,
no se trata por tanto de la intervención de circunstancias
divinas sino humanas.
El futbolista chileno Alexis Sánchez, firmó
en el mes de agosto un suculento contrato para jugar durante
las próximas 5 temporadas en el que es considerado
actualmente el mejor equipo del mundo, el FC Barcelona.
¿Cómo se explica la superioridad del Barça?
¿Es mérito atribuible al entrenador? ¿Cuenta
con los mejores jugadores o quizás con los más
rápidos y fuertes? De entre todas las posibilidades
que se pueden barajar, la que más me convence señala
que la clave del excelente rendimiento del Barcelona tiene
que ver con que el club instauró, muchos años
atrás, un estilo de juego para el primer equipo que
se aprende, practica y mantiene a rajatabla desde los infantiles
pasando por todas las categorías intermedias. Eso
explica que cuando los jóvenes llegan al equipo de
primera división, se conocen perfectamente entre
sí y conocen el sistema de memoria pues llevan miles
y miles de horas de entrenamiento a tal punto que tienen
automatizados todos los movimientos y juegan (y ganan) casi
con los ojos cerrados. No importa que entren y salgan jugadores,
el sello del juego del Barcelona permanece estable. Es evidente
que el Barça no es infalible y tarde o temprano,
surgirán equipos que lo desbancarán pero,
a día de hoy, su principal ventaja competitiva son
las miles de horas de adelanto que lleva sobre otros equipos
que no cuentan con un patrón de juego tan definido,
al que han dedicado lustros de trabajo y por tanto han logrado
incorporar al ADN de todos los jugadores de forma sistemática.
Ahora bien, no olvidemos que dicha ventaja es fruto de un
intenso y largo proceso de aprendizaje salpicado de no pocos
sinsabores y cuyo inicio algunos relacionan con la llegada
de Johan Cruyff como entrenador del club a finales de la
década de los 80, quien a su vez fue uno de los protagonistas
del "futbol total", la revolución futbolística
que impuso Holanda (la denominada Naranja Mecánica)
a comienzos de los años 70.
Pero no solo es necesario recurrir a ejemplos en el terreno
del deporte. Durante una entrevista emitida recientemente
en televisión, el presidente en Chile de una reputada
multinacional industrial reconocía lo siguiente:
"¿Qué me diferencia a mí de
un operario que trabaja en mi empresa? desde luego, yo no
soy más inteligente porque, excepto algunos genios
escasos, todos tenemos aproximadamente la misma inteligencia,
la misma capacidad. La única diferencia es que yo
tengo conocimientos que ellos no tienen porque he tenido
más oportunidades de aprender que ellos"
Si te pregunto ¿Por qué tu empresa te contrata
a ti en lugar de a cualquier otra persona para trabajar?
la respuesta es muy simple: No lo hace por tu nombre, tus
características biológicas o tu nacionalidad.
Lo hace porque dispones de un conocimiento que tu empresa
te alquila
ya que lo estima necesario para poder diseñar o entregar
los servicios/productos con los que atiende y trata de satisfacer
a sus clientes. Si carecieses de ese conocimiento, no podrías
trabajar allí. Ahora bien, cualquiera que sea ese
conocimiento, es evidente que no venía contigo cuando
naciste (ya que todos llegamos a este mundo desnudos y sin
saber nada) sino que lo tuviste que adquirir de alguna manera.
El proceso que permite adquirir todo conocimiento se llama
aprender y los seres humanos somos particularmente diestros
a la hora de hacerlo. De hecho, toda actividad humana es
imposible de realizar si no cuentas con conocimiento para
ello, desde caminar, hablar o atarte los zapatos hasta enviar
un cohete a la luna o realizar un trasplante de corazón.
La naturaleza funciona de manera autónoma, sin necesidad
de intervención externa mientras las personas necesitamos
conocimiento como la energía vital, la materia prima
imprescindible para vivir. Sin embargo, si te pregunto cómo
adquiriste ese conocimiento que tu empresa te paga, lo más
probable es que llegues a la conclusión de que sorprendentemente
no ocurrió mediante un proceso formal, en un aula,
escuchando a un profesor en un curso o matriculándote
en un postgrado sino más bien en tu trabajo diario,
por medio de la experiencia, de la práctica, cometiendo
no pocos errores, corrigiéndolos y mejorando paso
a paso. Lo que comúnmente denominamos "la escuela
de la vida". Hay estadísticas que indican que
el 80% del conocimiento que utilizamos en nuestras tareas
profesionales lo hemos aprendido en el puesto de trabajo
y de manera informal e inconsciente. Somos muy hábiles
para aprender de forma natural pero muy torpes
para diseñar procesos de aprendizaje artificiales.
Todo esto significa que lo que hoy eres depende del conocimiento
que tienes. Por lo tanto, no tienes otra cosa que conocimiento
y en el caso de que por desgracia perdieses todos tus bienes
o tu dinero, mientras tengas conocimiento puedes estar tranquilo,
gozarás de la principal arma para resurgir y salir
adelante. La única manera de perder el conocimiento
ocurre cuando mueres o tienes un gravísimo accidente
cerebral. Por eso, si hoy estás vivo es porque tienes
conocimiento (sabes nadar o conducir un coche) que en algún
momento aprendiste y que, llegado el momento (caes en una
piscina o debes frenar ante un semáforo en rojo)
eres capaz de gestionar adecuadamente.
Si el conocimiento que tienes depende de lo que has aprendido,
entonces hoy eres lo que quieres ser y no eres otra cosa
porque no has adquirido el conocimiento necesario para ello.
De la misma manera, lo que serás mañana, dependerá
del conocimiento que seas capaz de adquirir (lo que aprendas)
lo que a su vez dependerá de lo que estés
dispuesto a hacer para lograrlo. La ecuación es así
de sencilla. Por eso aprender es la habilidad más
importante.
Todo lo que haces, lo haces porque tienes conocimiento para
hacerlo. En condiciones normales, la diferencia que existe
entre 2 entre personas radica en el conocimiento que tienen
(lo que son capaces de hacer) y no en su genética.
Las personas somos mucho más parecidas de lo que
pensamos. Nuestra anatomía es casi idéntica,
tenemos hábitos similares y excepto un reducidísimo
porcentaje de genios y otro pequeño porcentaje de
personas con problemas de retraso, el resto de los mortales
nos movemos en un espectro de parámetros muy parecidos.
A pesar de ello, la vida nos demuestra que existe gran disparidad
en la forma en que viven las personas, en lo que son capaces
de hacer, en lo que tienen y en lo que son. ¿Qué
diferencia a unos de otros? ¿Por qué unos
han sido capaces de acumular y de hacer tantas cosas y otros
no? ¿Podemos concluir que los que más han
conseguido son más inteligentes, más capaces
y están mejor dotados genéticamente que el
resto? Estoy convencido que no. Piensa en personas que admires
por alguna cualidad concreta: Por contar con abundantes
recursos económicos, por desempeñar un cargo
apetecible o un rol o profesión que te atraiga. La
diferencia entre ellos y tú es que ellos son capaces
de hacer cosas que tú no puedes hacer y que consideras
envidiables. Es obvio que ellos no nacieron así.
Si tú no haces esas cosas, es porque no quieres,
no te crees capaz o no te interesan lo suficiente pero no
porque no sea posible hacerlas. Dado que las capacidades
de las personas son casi idénticas, lo único
que les diferencia de ti es que han aprendido cosas que
tú no has aprendido, es decir, tienen conocimiento
para hacer cosas que te pueden parecer inalcanzables y lo
serán mientras tú no las aprendas. Sin embargo,
parece elemental que si ellos lo hacen, tú también
puedes hacerlo. Si de verdad quisieras ser como ellos, solo
necesitas querer y aprender. Es innegable que hay personas
con más talento natural, mayor facilidad o distinta
predisposición pero los elementos que juegan un papel
primordial en la vida son otros: Motivación, entusiasmo,
perseverancia, fuerza de voluntad y sobre todo aprendizaje.
La única diferencia entre aquellos a quienes envidias
y tú son miles de horas. Si quieres hacer lo que
ellos hacen, tener el conocimiento que ellos atesoran, debes
invertir las miles de horas que ellos invirtieron en su
momento para aprender y poder hacer lo que hacen. No hay
otro camino, no existen atajos. Y al revés, estoy
seguro que tú puedes hacer cosas que ellos no pueden
porque también has dedicado miles de horas. Cómo
dice el refrán, "quien algo quiere, algo
le cuesta". Por esa misma razón, resulta
tan difícil desaprender lo aprendido, porque después
de tanto tempo ejecutándolo sin
necesidad de pensar, se ha automatizado de tal manera,
las conexiones neuronales son tan sólidas, que deshacerlas
para crear otras nuevas resulta una tarea titánica.
Siempre que haces algo, inconscientemente echas mano de
cómo has enfrentado esa acción en el pasado
(y en concreto, de lo que mejor te funcionó) antes
de tomar la decisión hacia el futuro. Como leía
el otro día "Nadie se desembaraza de un hábito
o de un vicio tirándolo de una vez por la ventana;
hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño".
Una persona empieza a morirse en vida cuando deja de aprender.
La vida de las empresas, también es un proceso de
aprendizaje continuo, de miles y millones de horas. Cuando
analizan su pasado, se dan cuenta de que han enfrentado
cientos de desafíos que les obligaron a decidir,
actuar y cambiar para poder ser capaces de hacer cosas que
anteriormente no sabían hacer y que si han llegado
al presente ha sido gracias a su capacidad de aprender.
Cuando miran hacia el futuro, no hace falta ser pitoniso
para adivinar que lo que les espera y la clave para afrontarlo
de forma exitosa dependerá, nuevamente, de su destreza
a la hora de aprender. Lo que va a suceder mañana
en tu empresa es altamente predecible porque cuentas con
abundante información histórica (que podemos
llamar memoria organizacional) que te demuestra que se parecerá
muchísimo a lo que ocurrió ayer. Es verdad
que pueden suceder hechos nuevos, inéditos, inesperados
para los que no tengas respuesta pero son excepciones y
por eso mismo, deben ser sistemáticamente registrados
en la memoria para incrementar su potencia y por ende, nuestra
capacidad de aprender. La razón por la que se producen
errores repetidos en las organizaciones es precisamente
porque estas no aprenden de los errores cometidos con anterioridad,
su memoria resulta extremadamente débil. Hace poco
leí esta noticia: Vuelo
de prueba del avión más rápido del
mundo falla y se precipita al mar refiriéndose
a un avión que está desarrollando el Pentágono
capaz de alcanzar una velocidad de 21 mil kilómetros
por hora, es decir, volar desde Ciudad de México
a Buenos Aires en 21 minutos. ¿Alguien tiene dudas
de que dicho avión será una realidad en unos
años y de que el único obstáculo hoy
en día es no contar con el conocimiento suficiente?
La semana pasada, un periodista especializado en Formula
1 recibió la siguiente pregunta de un lector en una
entrevista digital: ¿Qué tiene que hacer
Ferrari para tener un coche competitivo para 2012? Su
respuesta fue: Si lo supiera, tendría mi futuro
solucionado de por vida. De nuevo el conocimiento se
muestra como la llave del futuro y la respuesta de la mayoría
de los problemas. La barrera que te impide avanzar es casi
siempre de conocimiento. Innovar no es otra cosa que crear
conocimiento nuevo o lo que es lo mismo, aprender a hacer
cosas distintas o novedosas.
Si cuando vayas a la playa en verano quieres lucir un cuerpo
perfecto, tendrás que dedicar muchas horas a hacer
ejercicio y comer de manera ordenada y sana, en caso contrario
nada sucederá. No basta con saber
qué hacer (adelgazar), hay que pasar a la acción.
El problema pocas veces es saber sino hacer lo que sabemos.
Malcom Gladwell aborda este tema en su libro Outliers
pero mucho tiempo antes, Don Quijote ya le dijo a Sancho
"No hay un hombre que sea más que otro sino
que hace más que otro". Ya se sabe, la práctica
hace al maestro.
El 18 de octubre en Caracas participaremos en el Foro
Internacional del Talento "Tu ventaja competitiva
es tu gente" organizado por
Alta Gerencia.
El 27 de octubre en Santiago realizaremos el Taller
Lego "Cómo Desarrollar y Potenciar las
habilidades Directivas ¡JUGANDO!" organizado
por Work
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